Hace unos días entré a una de esas tiendas que llevan en su nombre el adjetivo fit. Me producen mucha curiosidad esos lugares con decoración impecable, donde los productos están dispuestos con especial cuidado, que mezclan en su portafolio bienes y servicios para el cuidado de la salud y del medio ambiente y que se ven cada vez más en los barrios de los estratos altos en todas las ciudades del país. La vendedora, que se presentó como experta en alimentación saludable, me ofreció 250 gramos de queso de cabra por 12.500 pesos. Me explicó que era proveniente de leche de animales en pastoreo, alimentados mayoritariamente con forrajes, es decir, corderos felices. Por lo tanto, la compra del producto fuera de los, hasta ahora desconocidos, beneficios para la salud también incluía el valor agregado del cuidado del planeta y un comportamiento ético con el animal. El dato que no tenía la vendedora era que yo sabía que en Colombia todos los caprinos, al igual que los bovinos, ambos rumiantes, son criados en sistemas pastoriles, alimentados principalmente con pastos. Así las cosas, el producto no tenía ningún valor adicional a cualquier queso tradicional porque, finalmente, la vendedora experta en salud, tampoco pudo explicarme qué beneficios tenía frente al de leche de vaca.
La posverdad no solo se instaló en la política, hoy también hace presencia importante en la información que circula en las redes sociales, en algunos medios y en documentales sobre salud, nutrición, crianza de los hijos, cuidado del medio ambiente, entre muchos otros.
Ahora el nuevo enemigo es el gluten, que efectivamente tiene efectos negativos para la salud si se padece de la enfermedad celiaca, de lo contrario, no empeora la calidad de vida de nadie, es más, unas galletas, una pizza o un buen plato de pasta hacen muy feliz a cualquiera. En su libro La mentira del gluten, Alan Levinovitz, doctor en filosofía y profesor de la Universidad James Madison, demuestra que los autores de la teoría sobre los peligros de esta proteína en la dieta han sido fuertemente cuestionados e investigados por prácticas no éticas por organizaciones y agremiaciones médicas en los Estados Unidos. A pesar de eso, sus libros y suplementos alimenticios se venden por millones.
Es ahí donde los charlatanes se aprovechan para hacer negocio y engañar a la gente. Hace unos días en Facebook, una emprendedora, que se autodenominada seria, ofrecía arepas de chía, quinua, avena, almendras… las promocionaba como libres de gluten, de lácteos, de grasas trans y de azúcares. No sé si valga la pena recordarlo, pero lo hago por si a alguien se le escapa: las arepas de maíz no contiene gluten, ni lácteos, ni grasas, ni azúcares distintos a los del grano. Obviamente, el precio de las arepas de la emprendedora doblaba el de las tradicionales.
Otro de los elementos señalados como altamente perjudiciales para la salud es un genérico que me causa mucha perplejidad: "los químicos". Esto es realmente extraño porque la vida no es posible sin la reacción química entre elementos, desde los intercambios iónicos y catiónicos de la molécula de agua y la fotosíntesis. Entonces el bicarbonato de sodio es un químico que tomado en ayunas permite alcalinizar el cuerpo, cosa que hoy se aprecia mucho en la redes sociales como un mecanismo para combatir el cáncer y otras enfermedades, mientras que tomar bebidas carbonatadas, incluso sin azúcar, es considerado casi como fumar.
Paradójicamente, los sectores sociales que siguen estas teorías son los más educados y de mayor nivel adquisitivo. En parte, porque este tipo de dietas son carísimas, pero esa no es la única explicación. Un estudio de la universidad de Yale demostró que las personas que padecen cáncer que tienen más dinero y mayor nivel educativo son las que optan por tratamientos con medicinas alternativas y tradicionales, con un riesgo de 360% de morir de la enfermedad, frente a aquellos que acuden a la medicina científica. Parece que los menos adinerados y educados creyeran en la ciencia como un acto de fe y los pudientes, con mejor accesos a la educación, la soberbia y la desconfianza hacia la industria alimenticia, farmacéutica y médica los hiciera transitar hacia nuevas formas de expresión de la fe.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015