Me arriesgo con este título a espantar a más de un potencial lector. Se menciona tanto la violencia sexual, que con frecuencia la gente se considera hastiada. Pasemos de emisora. Cambiemos de página. Qué pereza. Van a hablar de violaciones.
El pasado 25 de noviembre, con ocasión del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, fue noticia el cántico “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía, el violador eras tú…” entonado por miles de mujeres, en diferentes partes del mundo, siguiendo una iniciativa del colectivo feminista chileno Las Tesis.
Ver el grito liberador de esas mujeres jóvenes, al compás de una agradable coreografía, me hizo poner los pelos de punta. Compartí el video con algunas mujeres cercanas. Las mujeres de mi familia, un bello círculo femenino, en general coincidieron con mi emoción. Animada lo envié a otros grupos de Whatsapp, con el interés genuino con el que inocentemente deseamos tocar el corazón de personas con las que compartimos parte de nuestra vida. Lo que recibí de la mayoría fue nada. Silencio. Ni un solo comentario. Indiferencia. Parece que, en las actuales circunstancias, en las que se insinúa que es mejor no hablar de política para mantener la armonía, en las que nos estamos acostumbrando al diálogo de sordos, este es otro de los temas incómodos.
Callada te ves más bonita, nos han enseñado. No dejo de preguntarme por qué tantas mujeres de mi generación (50´s) sienten rechazo a hablar de la prevención de la violencia, de la igualdad de género, del feminismo. Que muchos hombres rechacen de plano estas ideas, pues vaya y venga. Es entendible. No obstante, son cada vez más los hombres que se declaran abiertamente feministas, tienen comprendido el problema y la sensibilidad suficiente para desear un equilibrio que los libere también del yugo machista, que los perjudica y castra. Pero que tantas mujeres con las que convivo se nieguen siquiera a tocar el tema, es para mí motivo de reflexión permanente.
¿Cómo seducirlas?, ¿Cómo explicarles que la igualdad de género no es una idea comunista?, ¿Cómo conciliar las creencias religiosas con esta necesidad de cambiar los paradigmas?, ¿Cómo vencer la estigmatización que se tiene frente a las feministas?
Hace algunos años, luego de asistir a una conferencia de Florence Thomas, concluí que es necesario cambiar el tonito y escribí una columna en este diario. Esa afirmación resultó ser mucho más empática. Muchos coincidieron conmigo en que quizás ha fallado el método, y que hay que evitar las afirmaciones agresivas y las generalizaciones. Pero de ahí a negar la trascendencia y pertinencia de la causa feminista hay un largo trecho. Es urgente dejar de estigmatizar: Es que tienen que dejar de gritar. Es que Claudia López no debería ser alcaldesa porque es histérica. Y además lesbiana (como si esto fuera relevante en una gobernante). Y va a imponer la ideología de género. Es que ya las mujeres tienen los mismos derechos. Es que ese discurso sesentero está pasado de moda.
La semana pasada en una obra de construcción de la empresa en la que trabajo, un obrero se masturbó delante de una niña de 14 años. A los dos días, le tiró una piedra a otra niña de 12 años para llamar su atención y le mostró el pene. Me pregunto si existe alguna mujer que no haya vivido algo similar. Crecimos enseñadas a esos episodios. Afortunadamente las cosas están empezando a cambiar. Las jóvenes ya no piensan que esto hay que aguantarlo. Las niñas mencionadas tuvieron el valor de contarle a sus mamás lo que pasó y se acercaron a denunciar. Poco se avanzó en este caso, porque como no hubo contacto físico, ni una prueba contundente, la Policía no ha logrado judicializar al culpable. Pero pusimos cámaras. Sentimos vergüenza como empresa. Estamos al acecho para identificar al agresor. El personal técnico de la obra se conmovió. Muchos de los subcontratistas tienen hijas, sobrinas, y están ayudándonos a prevenir que casos como éste vuelvan a suceder.
Sí, mujeres, de esto tenemos que seguir hablando. Y qué mejor que sea al compás de una buena tonada, haciendo coro desde París, Valparaíso, Nueva York, México, Bogotá, Berlín y muchas otras ciudades en el mundo entero. Es una invitación creativa para tomar consciencia, para visibilizar un asunto que nos concierne, sin distingos de ninguna índole. Tengo fe en las nuevas generaciones. Ellas están entendiendo que callar no es la opción.
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