Crecí con la idea de que Greta Garbo era una mujer excepcional. Admirada por la generación de mis padres, ha sido considerada como una de las cinco estrellas femeninas más grandes de Hollywood. Esta enigmática actriz sueca, nacida en 1905, comenzó su carrera en el cine mudo, fue una de las principales protagonistas de la transición al cine sonoro, y se retiró prematuramente de la vida artística a sus 36 años de edad. Fue una persona muy reservada con su vida personal, de carácter introvertido, tanto que incluso rehusó a asistir a la entrega de un Óscar honorífico como reconocimiento a su carrera.
Greta Thunberg, una chica sueca de 16 años, ha sido elegida personaje del año 2019 por la revista Time. A los 8 años comenzó a preocuparse por los efectos del cambio climático, a los 11 fue diagnosticada con el síndrome de Asperger, trastorno obsesivo compulsivo TOC y mutismo selectivo, condiciones que sin lugar a dudas han posibilitado su activismo, entregando su vida a la lucha contra el calentamiento global. Greta empezó su transformación en su familia, incitando a sus padres a cambiar hábitos que consideraba perjudiciales para el medio ambiente: evitar los viajes en avión y llevar una dieta vegana, son dos de los ejemplos más conocidos. Posteriormente, en agosto de 2018, comenzó a faltar a clases los viernes para, en su lugar, pararse frente al parlamento sueco con carteles que invitaban a tomar acciones concretas para enfrentar el cambio climático, iniciando un movimiento mundial sin precedentes. En el último año ha asistido a los más importantes escenarios políticos del mundo, generando una interesante ola mediática por la forma como transmite su mensaje, claro, radical, contundente. Con un lenguaje simple y descarnado, reclama a los líderes actuales su inacción, y exige tomar decisiones inmediatas para evitar el colapso, que les roba la esperanza a ella y a los de su generación.
A pesar de ser la inspiración de jóvenes del mundo entero, Greta ha sido blanco de burlas y críticas sin piedad. La lista de sus detractores la encabeza Trump, seguido por Bolsonaro, Putin y otros líderes mundiales, para quienes el cambio climático aún es cuento. Los insultos de que ha sido objeto son de todo calibre, la tildan de mocosa insolente, enferma mental, radical, incoherente e ignorante, entre otros muchos calificativos peyorativos, las más de las veces. Inclusive en una conversación local escuché a alguien opinar que es una marioneta de George Soros, el nuevo bastión del comunismo.
Me parece poco importante hacer las cuentas de si los viajes de Greta en barco generan más emisiones de carbono que los viajes en un avión comercial. El poder simbólico de su lucha es incuestionable y solo una persona tan obsesionada como ella, puede entregar su vida, renunciando a las comodidades propias de su entorno para querer salvar el mundo. Deberíamos quedarnos con ese mensaje.
Mucha agua ha corrido bajo el molino, de la Garbo a la Thunberg, y han surgido nuevos estilos de liderazgo. En el lapso de unas cuantas generaciones, el contraste es evidente. Mis padres admiraban a la Garbo, mis hijos tienen a la Thunberg como su modelo a seguir. El que una joven de 16 años haya logrado movilizar a cientos de miles de personas en el mundo entero, nos debería hacer reflexionar a todos sobre nuestro papel en la crisis ambiental actual. En esta época de año nuevo, en la que somos proclives a los buenos propósitos, hago una invitación a que revisemos qué hábitos podemos cambiar, y entender que la lucha frente al cambio climático no se da solo en las altas esferas de los gobiernos, que tantas decepciones producen. Si los dirigentes de los países más contaminantes se mantienen por fuera de los pactos mundiales, quizás está llegando el momento de tomar iniciativas locales, que logren impactar si se vuelven masivas. En tiempos en que la sociedad civil parece estar despertando, bien vale la pena pensar que muchas acciones individuales pueden empezar a hacer la diferencia. Qué importante fuera que nuestro nuevo alcalde, quien en su corta carrera política ha enarbolado banderas ambientalistas, comenzara a promover acciones concretas. ¿Qué tal si abordamos integralmente el reciclaje de basuras en la ciudad? ¿Qué tal si al fin tenemos un sistema integrado de transporte?
Pd. Algunos de mis propósitos de año nuevo: pasar de uno a dos días a la semana sin consumir proteína animal. Aprender a reciclar los desechos domésticos de forma eficiente. Usar más el transporte público. Convencer a muchas mujeres de usar la copa menstrual. ¿Cuáles podrían ser los suyos?
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