Quedó probado que, durante los periodos de aislamiento a nivel global generados por el COVID-19, el medio ambiente tuvo un merecido respiro. Según las mediciones expuestas por entidades públicas y privadas, durante los primeros meses de las cuarentenas, se reflejaron notables mejoras en la calidad del aire, pues actividades como el transporte urbano, algunas industrias, entre otras actividades contaminantes, se redujeron a su mínima expresión. Alrededor del mundo se publicaron curiosos videos de animales silvestres deambulando por las calles de algunas ciudades. Pese a todo ello, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) como resultado del confinamiento fue temporal y no suple las acciones que debemos adoptar para aminorar el cambio climático. Según datos de Naciones Unidas, desde 1990 las emisiones mundiales de dióxido de carbono han aumentado casi un 50%. Además, entre 2000 y el 2010 su incremento fue mayor que en las tres décadas anteriores.
Este panorama nos lleva a tener presentes conceptos como el de la Huella de Carbono, la cual constituye un indicador que busca cuantificar la cantidad de Emisiones de Gases Efecto Invernadero (directas e indirectas), medidas en emisiones de CO2 equivalente, que son liberadas a la atmósfera debido a las actividades humanas. Si específicamente, se aplica este indicador a cualquier actividad o servicio, esta herramienta considerará todas las emisiones que generan las actividades involucradas en el ciclo de vida del producto o servicio, desde la adquisición de las materias primas hasta su gestión como residuo, configurándose en un indicador de desempeño ambiental.
Así las cosas, la medición de nuestra huella de carbono se constituye en una buena práctica, que ayudará a tener consciencia y que contribuirá al cambio en los hábitos de todos, en pro de la conservación del medio ambiente. Para este propósito existen numerosas herramientas en internet, que hacen la medición de la huella de carbono que diariamente producimos. Muchas de nuestras entidades públicas y algunas privadas, han dispuesto de calculadoras web que, al ingresar algunos datos en aspectos como el transporte, alimentación, consumo de productos y energía, nos permite analizar qué tan grande es nuestra huella sobre el clima y, sobre todo, aprender a reducirla con compromisos de acciones simples.
¿Por qué es importante conocer nuestra huella? Esto nos permitirá saber cuál es el impacto que generamos y así podemos iniciar a preguntarnos si lo que hacemos, consumimos o desechamos puede impactar en menor medida, generando eficiencias en el uso de los recursos que demandamos del planeta. Así tomaremos el control de algunas acciones para contribuir positivamente en la conservación y sostenibilidad ambiental. En el fondo es una manera de incidir en el cambio de hábitos.
Para reducir nuestro impacto, se aconseja adoptar medidas como las recomendadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU): al transportarnos, mejorar y promover el transporte público, además de alternativas sostenibles como la bicicleta y medios de transporte eléctricos; al consumir productos: aplicar premisas como reutilizar y reciclar, y evitar productos de un solo uso; al alimentarnos, consumir productos locales y de temporada, y al consumir energía eléctrica, buscar alternativas de bajo consumo, desenchufar los aparatos eléctricos cuando no se están utilizando.
Al ser amables con el medio ambiente, somos amables con nosotros mismos y con los que más queremos, pues como dice el papa Francisco, es un deber de todos, cuidar nuestra casa común.
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