La situación de urgencia por el COVID-19 nos está colocando, como sociedad, en un proceso donde los valores más fuertes podrán darnos la mano para que, como colectivo, podamos enfrentar la emergencia de una manera humana.
La solidaridad y el altruismo deben salir a flote, antes que el egoísmo y el interés propio. No es fácil siempre, pues el sentido de conservación es muy profundo, primitivo y severo.
Los miedos y ansiedades normalmente se desproporcionan con respecto a la realidad. En efecto, el ser humano tiende a sobreestimar los riesgos de los nuevos peligros, pues el desconocimiento de los mismos lo impulsa así. Debemos tomar consciencia de las reales proporciones para reaccionar de manera ponderada. No hay que sobre-reaccionar, tener prevención, autocuidado y cuidado de los demás, pero en las justas proporciones.
Sin ser crudos, pero dejando que las estadísticas hablen, el riesgo de muerte en Colombia está por encima en el Dengue, en la accidentalidad de las motocicletas, etc. Mientras que tenemos la disposición de generar más miedo por lo desconocido, a su vez, en no pocas oportunidades, trivializamos los riesgos conocidos a los que estamos habituados. Por ello, hay que ubicar el peligro en sus justas proporciones. En este orden de ideas, lo que sí nos debe preocupar es la gente más vulnerable. Uno de los llamados más importantes es a rodear de cuidados a las personas mayores y con algunas enfermedades crónicas paralelas. Es con ellas que debemos tener el máximo de cuidado. Tanto es así que, en el Reino Unido, donde están utilizando una estrategia de permitir el contagio para ganar la inmunidad pronto de la población, tienen muy claro que deben mantener el cuidado extremo de los más vulnerables.
La solidaridad y el altruismo nos hace profundamente humanos, en estos tiempos debemos dejar que ellos afloren para tratar con mayor cariño y comprensión a los que están cerca de nosotros, especialmente a aquellos que tiendan a sobre-reaccionar ante el COVID-19. ¿Cómo hacemos para que el altruismo se exprese? Los estudiosos del tema señalan que hay que hacer énfasis no en el daño que el peligro puede causar, sino al contrario, haciendo énfasis en las acciones para evitar los riesgos que sí son ciertos. Debemos fijarnos en los riesgos y no en los daños como tales. Dejarnos de asustar con la muerte, y más bien pensar que lavando las manos y evitando los contactos podemos hacer mucho más bien.
Dejemos de lado el egoísmo y nuestros intereses personales. Evitemos sobre-reaccionar frente a lo desconocido. Y focalicemos en los riesgos ciertos tomando medidas que la evidencia ha probado como efectivas para mitigar los riesgos.
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