Una de las conclusiones sobre el trabajo en casa es que las personas que lo hacen llegan a extender sus horas laborales por fuera de los horarios establecidos, lo que conlleva a un desgaste físico y mental, que tarde o temprano terminará por pasar una cuenta de cobro, no solo al trabajador, sino a la misma organización por su bajo rendimiento. Y vuelve a poner en el centro de la discusión cómo mantener un equilibrio entre la energía que invertimos en nuestras actividades y el tiempo que ellas nos demandan. Un interesante artículo de Harvard Business Review de 2007 de Schwartz y McCarthy “Manage your energy, not your time”, nos puede Iluminar.
El problema central de trabajar más horas de las que se debe, es que el tiempo es un recurso finito. La energía es una historia diferente. Definida en física como la capacidad de trabajar, la energía proviene de cuatro fuentes principales en los seres humanos: el cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu. En cada uno, la energía puede aprovecharse y renovarse regularmente estableciendo comportamientos mediados por rutinas, que, si se practican disciplinadamente y se programan con precisión, se incorporan inconscientemente, con el objetivo de hacerlos automáticos lo más rápido posible.
Para recargarse, las personas deben reconocer los costos de los comportamientos que agotan su energía y luego asumir la responsabilidad de cambiarlos, independientemente de las circunstancias que enfrentan. Hoy, muchos ejecutivos no encuentran formas de practicar comportamientos consistentemente saludables, dadas todas las demandas en su entorno (trabajo vs. vida familiar). Hábitos como saltarse el desayuno, no expresar su agradecimiento a los demás, luchar por concentrarse en una cosa a la vez, o dedicar muy poco tiempo a actividades que les den un sentido de propósito, constituyen la plataforma para un desgate corporal y mental, que evita que las personas obtengan mejores resultados y los que logran obtener, les cuestan un mayor esfuerzo.
Nuestros entornos laborales tradicionales ya fueron alterados, ahora se tienen que buscar adaptaciones y soluciones innovadoras para intervenir positivamente en los puestos de trabajo a distancia o en casa. La mayoría de las grandes organizaciones invierten en desarrollar las habilidades, el conocimiento y la competencia de sus empleados. Pero se echan de menos las estrategias o planes que ayuden a construir y mantener su capacidad, su energía, que normalmente se da por sentado. De hecho, una mayor capacidad permite hacer más en menos tiempo con un mayor nivel de compromiso y con más sostenibilidad.
Esta nueva forma de trabajar se consolida solo en la medida en que las organizaciones apoyan a su gente en la adopción de nuevos comportamientos. Obviamente no todos los ejecutivos y compañías están preparados para aceptar la noción de que la renovación personal de los empleados conducirá a un desempeño mejor y más sostenible. El éxito dependerá del compromiso de la alta gerencia.
La visión de antaño, en la cual las organizaciones y sus empleados intentan obtener lo que más puedan del otro en el menor tiempo posible, se marchita inexorablemente. Las relaciones hoy deben fundarse en un beneficio explícito de todas las partes, donde las organizaciones invierten en su gente en todas las dimensiones de sus vidas para ayudarles a construir y mantener su valor y los individuos responden aportando toda su energía multidimensional, de todo corazón, al trabajo de todos los días.
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