Se instaló ayer la nueva legislatura. Y temas muy importantes están sobre la mesa, como las fallidas reformas anticorrupción que son un clamor de la ciudadanía ante las cuales el Congreso se ha hecho el desentendido, lo que en el fondo es más un desafío de la clase política a la ciudadanía. También tenemos sobre la mesa el importante proyecto de ley que reglamenta el etiquetado de los productos alimenticios industriales y que ha sido torpedeado en la comisión por unos congresistas y por el lobby de la industria. Lo que está en juego es la salud de todos los colombianos, como bien lo ha batallado la Red Papaz. De otro lado, está la nueva repartición de los recursos de regalías, que luego de la reforma del primer gobierno de Santos quedaron distribuidas para todos los departamentos, ahora se busca privilegiar parcialmente a los departamentos productores, y esperar que no se modifique lo que está destinado a Ciencia, Innovación y Tecnología.
Esta legislatura tendrá ciertos vientos en contra. Las elecciones en este segundo semestre, que dispersan a los legisladores por sus intereses regionales en los territorios; el ruido del caso del exministro de Agricultura Arias, a quien sus copartidarios y amigos políticos le buscarán una ley para asegurarle una segunda instancia para controvertir la sentencia que le dio algo más de 17 años de cárcel, pueden generar ruidos y distracciones de temas fundamentales para el país. La opinión pública tendrá que estar muy al tanto para seguir esta legislatura.
Lo más importante que ha logrado el presidente Duque en las relaciones con el Congreso, y que debe mantener a toda costa, es la nueva forma de trato, sacando de raíz las componendas de la llamada mermelada; léase: auxilios y apoyos para obras en las regiones, que en algunos casos llega hasta vulgar corrupción en materia de contratación estatal. El presidente debe continuar buscando la sanidad en las relaciones entre el Gobierno y los congresistas, este puede ser uno de los más importante legados de su presidencia para servicio de la democracia. Se ha avanzado, pero no podemos cantar victoria, todavía faltan ciertas amputaciones en las relaciones Gobierno-Congreso, pues en todas las esquinas hay políticos esperando el paso del Gobierno para proponerle tratos poco claros.
De otra parte, el trámite del Plan Nacional de Desarrollo, mostró que la debilidad del Gobierno frente al Congreso puede también terminar en colcha de retazos, otros dirán en vulgares piñatas, donde cada uno llegaba con su interés a incluir en la ley estilo Frankenstein. Fue un trámite que terminó saliendo adelante, pero a un costo alto, se pasaron muchas normas con nombre propio. En su momento desde esta columna hablamos de la importancia de reglamentar el lobby en el Congreso, pues creemos que hay que ponerle orden y transparencia. Que se sepa bien quién es el que tramita intereses en los pasillos del Congreso, cómo y con quién.
Los lamentables bandazos de la Presidencia del Senado, que tuvieron que ser rectificados por la propia Corte Constitucional, muestran la importancia que los presidentes de las corporaciones, Senado y Cámara, no sean unos politiqueros marrulleros, sino personas de Estado. Personas que trabajen por el bien del país y no por el interés de su partido o interés particular.
Nueva legislatura, en contexto complicado, pero sí con muchas tareas de vital importancia.
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