Tuve la fortuna de presenciar un muy interesante evento de reconciliación: Verdad y justicia claves de la reconciliación, donde víctimas y victimarios se vieron a los ojos, se escucharon sus historias y se identificaron con la necesidad de consolidar una paz en el país.
La Justicia para la Paz es más que un momento, será un proceso. Lo tendremos que vivir muy a fondo para que se convierta en un pilar para la paz. De lo contrario, podemos dejar abierta una fisura que se convierta en grieta y luego en una honda brecha.
Los procesos de reconciliación, como un transcurso que implica transformaciones y evoluciones, reconstituyen la confianza como elemento fundamental de la cohesión social. Los jesuitas hablamos de construcción de puentes entre los distintos actores sociales, en una triple dimensión: con los demás, con el medio ambiente y con Dios.
La reconciliación implica una mirada profunda de sentido, sentido que nos atraviesa por lo más profundo de nuestro ser y que nos pone en contacto con los demás. Y en este dinamismo abrirse a la sociedad y a los demás con la verdad y la justicia, es el momento trascendental para la configuración de nuevas relaciones.
La historia contada, la historia recibida, la historia juzgada con misericordia, podrá ser un momento sanador. Sanador frente a tanta herida propinada, tanto dolor acumulado, tanta angustia no elaborada. El proceso de justicia implicará una narración de lo inenarrable, que en la tensión del pasado y la conciencia de hoy, debe abrir a una nueva esperanza, que tiene los ojos puestos más allá de las víctimas y los victimarios, pues centra su sentido y futuro en la humanidad de cada uno de ellos. En la dignidad de cada uno de ellos.
Tres frases me llamaron la atención de las víctimas: Una de ellas, joven, decía nosotros fuimos hijos de la guerra y ahora padres de la paz. La segunda, de una de las víctimas del club El Nogal: hice el “clic” para trabajar por la reconciliación cuando me di cuenta que todos éramos víctimas. Finalmente: ¿dónde están los que se aprovecharon del conflicto armado, serán los mismos que quieren que sigamos en la guerra? Oírlo de la boca de víctimas que piden toda la verdad, y de victimarios pidiendo perdón por el dolor que generaron, son muestra que la reconciliación es posible, pero también de la fragilidad del proceso en que estamos.
En este proceso de reconciliación, lo que se está jugando en el fondo es la reconstrucción humana que es la tarea que todos tenemos. La reconstrucción de Colombia como nación no fragmentada, y como casa donde todos podemos vivir, soñar y ser felices.
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