Durante el pontificado del papa Francisco se ha tocado temas de central importancia para los empresarios. En su encíclica Laudato Si, el cuidado de la casa en común, tocó puntos muy sensibles desde la enseñanza social de la Iglesia católica, pero en una clave de lectura universal, como lo dijo el papa: a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Sus reflexiones, ahora que viene a Colombia, pueden ser materia bien interesante de reflexión.
La actitud de dueños que con gran soberbia decidimos sobre los recursos naturales, ha generado un atropello muy grave al medio ambiente. Es mejor sentirse sencillos administradores y no propietarios, debemos ser responsables frente a las nuevas generaciones. Dice el papa: “Esta hermana (la tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”. (Laudato Si, n.2). Se requiere un cambio profundo de mentalidad, la hipoteca social y ambiental de todos los bienes se impone.
Las cosas tienen que cambiar, así no podemos continuar con el esquema de desarrollo económico en el que estamos montados. Es fundamental asegurar la sostenibilidad integral de la tierra. El papa insiste en: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”. (Laudato Si, n.13). Hay una exhortación a cambiar, en un tono optimista por parte del papa, pero ya las señales de debilitamiento del medio ambiente, en algunos casos, es sencillamente irreversible.
¿Y cómo buscar la solución? El diálogo amplio es el camino para buscar los nuevos modelos sostenibles de vida. “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”. (Laudato Si, n.14). Nadie se puede sentir que quede exonerado de poner de su parte. Se requiere el concurso de todos los habitantes del planeta.
Los niveles de contaminación están en el centro de la discusión. Y la contaminación hay que analizarla en toda la cadena de valor del negocio respectivo: “Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman, por ejemplo, a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general”. (Laudato Si, n.19). No se escapa de la lectura crítica del papa ningún eslabón en la cadena productiva.
¿Elevar los consumos, es el verdadero desarrollo? “Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura”. (Laudato Si, n.22).
La responsabilidad es todos, pero recae de manera muy especial en los dirigentes, de quienes se espera una actitud autocrítica. “Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando solo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo”. (Laudato Si, n.26)
Los aspectos señalados es una interpelación muy grande para todos los hombres, pero muy especialmente para aquellos que tienen poder de decisión sobre el resto por su posición dominante en las sociedades.