Los Objetivos de Sostenibilidad (ODS) se han convertido en un punto de referencia no solo para los países firmantes de este importante acuerdo mundial, sino también para las empresas y gobiernos regionales. En efecto estos 17 objetivos que se han convertido en agenda para el 2030 son un nuevo estándar internacional. Y como lo señala la ONU: “Son un llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad”. Y ponen los ojos en el horizonte, pensando en las nuevas generaciones, para mejorar sus vidas de una manera sostenible.
Si se toman los objetivos aisladamente, seguramente su impacto no necesariamente podrá ser el mejor, es más, hasta podríamos llegar a situaciones que no sean las más adecuadas si se busca el cumplimiento de las metas de cada uno de los objetivos por separado. Por ello, los estudiosos han hablado que más que una tensión entre ellos, lo que se debe lograr es una alta colaboración y articulación para tomar las mejores decisiones.
Los ODS conllevan un espíritu de colaboración y pragmatismo para elegir las mejores opciones con el fin de mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras. La colaboración puede tener muchas formas, pero lo más importante es el diálogo entre los distintos actores en las regiones para lograr una armonización concreta, que responda a las condiciones de cada lugar. Hay que arraigar los esfuerzos en las necesidades de las regiones y lograr una articulación de los actores.
Los actores territoriales son clave. Las distintas miradas y los distintos saberes, en una perspectiva intercultural, hacen que la gran pluralidad del país entre en acción. Gracias a convocatorias abiertas y colaborativas que las visiones territoriales se pueden construir.
Las empresas no pueden evitar la referencia en sus informes de sostenibilidad. En algunas regiones grupos de empresas han decidido focalizar esfuerzos regionales para buscar impactar ya no individualmente, sino como grupo algunos de los indicadores de los ODS. Los gremios pueden dar un impulso decidido desde los distintos sectores de la producción, pueden también impulsar a muchos empresarios que, desafortunadamente, todavía no han dejado entrar en sus empresas la agenda de los ODS. La opinión pública y los medios de comunicación tienen un papel trascendental, haciendo una presión social para que todos los empresarios se integren a la dinámica de los ODS. Quien esté fuera de la foto de los ODS debe sentir una presión social importante y si se quiere implacable. En la era de las redes sociales, el bloqueo de los empresarios que atentan contra la sostenibilidad, es una forma de control social.
Por ello, el tratamiento de los ODS debe ser holístico, territorial, plural y esencialmente social. Solo así se logrará que la meta trazada al 2030 se consiga, y lo que es más importante, cambien al mundo haciéndolo más sostenible.
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