Zapping
@leonardopineda
“Llámalo clan, llámalo red, llámalo tribu, llámalo familia:
como quiera que lo llames, quienquiera que seas, necesitas una”
Jane Howard.
Cuando vi a Noomi Rapace lo supe, es una actriz de primera. La conocí haciendo uno de los personajes femeninos más importantes del cine y de la literatura de los últimos tiempos: Lisbeth Salander en la trilogía de Larsen, Milleniun. La capacidad actoral de esta actriz sueca va más allá de la simple interpretación de un personaje, ella le pone el alma a lo que hace y se mueve de manera cómoda en los miles de sentimientos y expresiones que pueda tener cualquier papel que se le haya dado. En Millenium nos permitió conocer sus increíbles cualidades actorales de una manera tal que me sorprendió al verla aparecer en la pantalla en la piel de Lisbeth. Ahora me ha permitido ratificar que no estaba equivocado en cuanto a su talento, pues la he visto protagonizar la nueva película ¿Qué le pasó a Lunes? y he quedado gratamente sorprendido.
En el filme Noomi hace siete papeles, siete hermanas nombradas como cada día de la semana, que deben asumir una sola identidad en un mundo futurista distópico, en el que a cada familia sólo se le permite tener un hijo; sólo después de 30 años de una fingida vida normal, pasa algo que volverá todo de cabeza: Lunes desaparece.
Semejante argumento en medio de una profunda reflexión sobre el futuro y los miles de problemas a los que se enfrenta nuestro mundo, nos acerca a una historia llena de acción, emoción y sobre todo, mucho histrionismo. Un cuento que podría tomarse al principio como algo humorístico, nos demuestra rápidamente que ese no es el enfoque que se le ha dado a la hora de llevarlo a la pantalla. El nombre por sí es casi como la presentación de una comedia liviana, pero la verdad es otra muy diferente. La película cuenta con la presencia de Glenn Close y Williem Dafoe, viejos conocidos del buen cine americano; además de una dirección muy bien lograda y unos efectos que sin ser los más afortunados, no opacan para nada la historia que quiere contarse. Aunque es larga en sus dos horas de duración, no se hace tediosa, pues logra mantener un ritmo trepidante en que el espectador es llevado de cabeza hasta un desenlace, para mí, sorprendente.
Muy recomendada no sólo para apreciar la calidad de la actuación de su enorme protagonista, sino para tomar un respiro y reflexionar un poco acerca de las cosas que verdaderamente son importantes en la vida: la individualidad y la familia, como único e invaluable apoyo para soportar la existencia.
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