Muchas veces nos sorprende esa realidad que supera la ficción, justo ahora que vivimos esta situación tan atípica y tan inimaginable tenemos una prueba irrefutable de ello; estamos viviendo una serie de acontecimientos que nos inquietan y somos testigos de una violencia que va más allá de lo imaginable.
Me ha dolido muchísimo ese resurgimiento de una barbarie que pensé había quedado en ese pasado que no queremos volver a repetir, pero que regresa una y otra vez callando las voces de los jóvenes de este país como si fuera un sacrificio, como si fuera una retaliación por ser o pensar de manera diferente.
La maldad no le tiene miedo a la cuarentena o a la pandemia, la maldad sigue ahí presente mirando de reojo y lista a atacar; hemos superado muchas épocas oscuras en nuestro país y eso nos ha fortalecido, pero no podemos ser indiferentes ante una acción terrorista que está acabando la tranquilidad de muchos hogares ante la pérdida de sus seres queridos por algo peor que un virus: la violencia.
Algunas series y películas tratan de tocar el tema someramente, siendo un retrato desdibujado de la dolorosa realidad; sin embargo, una película argentina ha logrado tocar de manera íntima y cercana ese otro tipo de violencia más cotidiana y familiar. Crímenes de familia llega a Netflix para mostrarnos desde una perspectiva más que cercana unos tópicos dolorosos y lamentables que
se viven al interior de algunas familias. Desde la perspectiva de una madre que afronta con entereza los distintos sucesos que enmarcan acciones tan detestables como el maltrato, la drogadicción y sus consecuencias.
Cecilia Roth le da vida a una Alicia en el país de los horrores, su vida da un vuelco atormentante por causa de la drogadicción de su hijo que lo lleva a turbulentos caminos, incluyendo las demandas por maltrato que le impiden tener una vida tranquila. Un hijo perdido y del que ella trata de asirse con su amor de madre pero que la llevará a tomar difíciles decisiones. Una película humana, sensible, realista, íntima y sobrecogedora que no deja indiferente al espectador. Una
película con un casting tan bien escogido, que olvida uno por un momento que se trata de una producción y que parece que mostrara personas reales en situaciones angustiantes, pero que al final devela un rayo de luz sobre el drama presentado.
Vale la pena ver Crímenes de familia como un ejercicio de sensibilización que puede llevar a una reflexión sobre el papel que cada uno de nosotros lleva en esta carga social y que al salir de esa ficción nos damos cuenta que es una representación de una realidad que tarde o temprano tiene que ser cambiada desde el hogar mismo.
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