En la política colombiana está dominando el escándalo, generado por la desfachatez de todos sus protagonistas. Nuestra justicia, así como algunas acciones de nuestro Congreso, son una cínica y bellaca pantomima leguleya, que solo buscan disfrazar de aparente legalidad y "transparencia", actos que todos sabemos están por fuera de la ley; simplemente para favorecer a los forajidos y granujas miembros de las Farc. Parece que algunas de nuestras instituciones no tienen dignidad ni sentido común.
Hay quienes afirman que la corrupción y su hermana gemela la impunidad, son parte de nuestra naturaleza como colombianos. Creo que la nitidez, honradez, integridad, lealtad y probidad, se aprenden desde la cuna y en la escuela primaria, así sea en un barrio popular o de estrato uno; ejemplos hay muchos. También es probable que la corrupción y la impunidad se convierten en un esqueleto en el escaparate de muchas personas cuando sus parientes o algunos "amigos" son corruptos. Ahí aparece la hermandad, tolerancia y alcahuetería, para que la impunidad haga su fiesta.
Aunque la ciencia avanza muy rápido y el estudio de los genomas no para, aún no se encuentran los genes responsables de los valores humanos: ética, justicia, lealtad, verdad y moral. Tampoco se han encontrado las causas de esas neoplasias tan malignas como son la corrupción y la impunidad y, si éstas se adquieren en el momento de la concepción. Si de pronto encontramos las causas de esas neoplasias tan antisociales, perniciosas y virulentas, las cuales las tienen todos los miembros de la cúpula de las Farc y algunos políticos, jueces y patrones, seguro que les pediré excusas. Por ahora es imposible modificar la genética o pedirle peras a un naranjo. Este es el país en el que nos tocó vivir y es complicado mostrar las enseñanzas de Mateo en ese pasaje del evangelio que nos dice, "aunque los demás lo hagan o lo toleren, yo no". Desgraciadamente en los países tercermundistas es fácil corromper y corromperse.
La corrupción y la impunidad son muy costosas para quienes no la ejercen y excelente negocio para quienes la practican y pertenecen a ese gran club de descomposición, podredumbre e inmundicia. Como dice el doctor Arnaldo Kraus, médico y profesor universitario mexicano, "aunque no son enfermedades, deberían considerarse como tales". Posiblemente podrían catalogarse como una epidemia-pandemia, pues además de ser contagiosas son demasiado graves. Para esos personajes no hay topes ni límites. No hay plenitud ni saciedad, siempre tienen sed, pero de dinero fácil y corrupto. Siempre quieren más y más... Siguen la filosofía de Maquiavelo. Su único fin es llenarse de dinero rápidamente, no importa los medios como lo adquieren.
Vuelvo a mencionar el cartel de "toga", donde algunos magistrados con sueldos cercanos a los 30 millones de pesos y con poder para colocar a sus familiares en otros cargos importantes y jugosos de la rama judicial, piden sobornos de más de dos mil millones de pesos, como fue el caso del senador Musa Besaile, cuyo "pago" salió parcialmente del gobernador de Córdoba, según lo expresó el mismo Alejandro Lyons, hoy libre y colaborando con la justicia en las playas de Miami, quien pasó del banquillo de los acusados al ser denunciado por múltiples casos de corrupción, como malversar y desaparecer más de 10 mil millones de pesos, a vivir tranquilamente en la ciudad del sol protegido por la DEA. Sería importante rastrear su fortuna y su catálogo de fechorías, de las cuales ya nadie habla. Definitivamente nuestra justicia es para los de ruana.
Tenemos que encontrar un instrumento electrónico con el cual se puedan medir esas neoplasias tan malignas y llenas de inmundicia, deshonestidad y procacidad, para aplicarlo a quienes desean hacer política, así como a muchos miembros del Ejecutivo y nuestro aparato judicial. Creo que de esa manera, nuestros impuestos no se irían por ese agujero negro de la corrupción.
P.D.: Existen "lobistas" de apellido notable, quienes por dinero han traicionado a su familia y a Colombia. Tienen pánico, pues van para la cárcel.
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