Soy un manizaleño que ha tenido la oportunidad de conocer la realidad e instituciones jurídico-económicas de países tan dispares como España, Portugal, Francia, Andorra, Alemania, Reino Unido, República Checa, Finlandia… Dicho conocimiento me ha llevado a reflexionar sobre la relación inversamente proporcional del desarrollo económico, social y ecológico.
No voy a entrar a valorar si Manizales es la ciudad más sostenible de Colombia frente a Montería y Villavicencio del concurso We love cities (Amamos las ciudades, en español) del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, en español). Pero me gustaría poner sobre la mesa algunos datos sobre la realidad del medioambiente, ecología, o naturaleza en Manizales, Caldas y por ende en Colombia.
No es un secreto que Manizales es una ciudad con los más altos niveles de calidad de vida no solo de Colombia, sino también en Latinoamérica. Pero en materia de protección y recuperación del medioambiente las cifras son preocupantes. En el último informe de Manizales como vamos 2019, los ciudadanos consideran que empeoraron los servicios de energía, la contaminación de fuentes hídricas y gestión de residuos sólidos. Tres de los pilares del desarrollo de una ciudad. Sin embargo, fueron mejor percibidas por los ciudadanos el agua no contabilizada, la calidad del aire, la contaminación por ruido y la afectación por desastres naturales.
De esta información hay que sacar dos datos fundamentales para entender el metabolismo urbano manizaleño (entrada y salida de materiales, agua, energía e información). Primero, la calidad de las fuentes hídricas y los servicios energéticos debería de ser un serio motivo de reflexión e innovación. Segundo, según Emas en 2018 se reciclaron 2.198 toneladas de residuos sólidos (1,4% del total). Manizales se encuentra lejos de la media nacional de reciclaje, 8%. El relleno sanitario la Esmeralda de Manizales recibe 490 toneladas diarias de residuos de 23 municipios: 18 de Caldas, 3 de Tolima, 1 de Risaralda y 1 de Antioquia (fuente LA PATRIA).
Para avanzar hacia al concepto de “sostenibilidad”, la administración pública de Colombia, de Manizales y de Caldas tendría que adoptar políticas activas de economía circular que incentiven a consumidores, empresas y usuarios del servicio público de aseo a usar las 10 “rs” de la economía circular: rechazar, reducir, reusar, reparar, restaurar, remanufacturar, reutilizar con otro propósito, reciclar, recuperar y repensar.
La economía circular es el modelo de producción y consumo de la Cuarta Revolución Industrial ya adoptado por las principales empresas y Estados del mundo. Pero el desacoplamiento del crecimiento económico de la extracción de materias primas ya no solo es una cuestión de supervivencia. También es una nueva fuente de cuantificación económica, como el surgimiento del Producto Interior Bruto Verde, que desde hace años aplican en Reino Unido, Dinamarca y Noruega.
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