Tal vez el nombre de Emanuel James Rohn no nos refiera grandes acontecimientos de la historia, ni hechos magníficos que perduren por centurias. Sin embargo, quienes hemos degustado sus seminarios y capacitaciones, sabemos que Jim (como solía hacerse llamar) fue un mentor para miles de emprendedores a nivel mundial que aún lo recuerdan como un maestro.
Mucho podría escribirse sobre Jim Rohn. Exitoso hombre de negocios, escritor de más de 34 libros, orador motivacional alrededor de todo mundo, fue millonario a los 30, pobre a los 35 y nuevamente millonario a los 40. Rohn predicó sin cesar postulados de desarrollo personal y crecimiento interior que cambiaron la vida para millares y aún hoy, doce años después de su partida, siguen trascendido generaciones.
A través de estas enseñanzas Jim acuñó lo que él mismo se empeñó en llamar como Filosofía de la Hormiga. Con sencillas ilustraciones extraídas de antiguas fábulas orientales, impartió lecciones que deberíamos repetir como mantras para hacer de sus postulados verdaderos principios orientadores en nuestra vida.
La primera lección versa sobre la planificación. Estos diminutos animalitos tienen una capacidad innata de previsión que las impulsa a prepararse para el invierno durante todo el verano, para tener la habilidad de soportar los cambios abruptos de la vida. Durante los días soleados laboran sin descanso cuando la comida sobreabunda, no adormecen ni hibernan confiadas en su pequeño tesoro. Por el contrario, trabajan incansablemente hasta alanzar sus objetivos, se dedican a organizar su pequeño nido y a aprovisionarse con el tiempo suficiente de manera que nada las tome por sorpresa. Estos insectos nos recuerdan que nada es permanente y que tanto el verano como el invierno serán temporales en nuestra vida y que conviene, durante cada etapa, prepararnos para la siguiente.
Perseverar. Las hormigas no conocen el camino del retroceso, pues la perseverancia es su lógica. Solo siguen adelante una vez y la siguiente hasta que finalmente logran su propósito. Sin importar el obstáculo que se interpone en su sendero, continuarán hacia adelante, treparán, descenderán, bordearán y persistirán hasta lograr hasta alcanzar su cometido o la muerte las sorprenda. Esta es una importante lección para combatir la debilidad, el desánimo o la desesperanza. Continuar siempre avante, sin importar el tamaño de la dificultad, porque nos hallamos confiados en el tesoro que se esconde al final del túnel.
Todo es posible. Esta es la clave del éxito. Por lo general el resultado es directamente proporcional a la cantidad de esfuerzo empleado para lograrlo. La mayoría de las metas importantes no se acompañan de conformismo, la decadencia o la mediocridad. Quien quiere construir una torre lo suficientemente alta sabe que deberá dedicar bastante tiempo a sus cimientos, y no ahorrará esfuerzos en ello pues sabe que cuando se realiza una tarea relevante y la repite con insistencia adquirirá la maestría que lo convertirá en un ser excepcional. Esta es la invitación de Rhon. Hacer de la derrota, la frustración o el fracaso una experiencia ajena, lejana y extraña a nuestra propia realidad concientizarnos que el éxito es posible para quien se lo propone.  
A las lecciones que nos deja esta bella metáfora podrían acudir nuestros gobernantes cuando extinguen todos los recursos de un ajustado presupuesto sin precaver la forma como lo podrán sortear en el futuro, o cuando ejecutan obras que resultan en colosales fracasos por falta de planificación; o nuestros políticos que improvisan las disposiciones tributarias para tapar los huecos del momento sin una verdadera política de largo plazo que permita el crecimiento del país; o nuestros maestros que aún siguen aferrados a las anacrónicas formas de educación sin reconocer que el mayor esfuerzo no se debe hacer en la repetición de pesados libros de hace un siglo sino en el fomento del espíritu investigativo de nuestros jóvenes, o nosotros mismos, cuando buscamos aligerar la carga que impone la excelencia. Esta filosofía puede ser perfectamente un principio de vida que transformará a quienes se dejen permear por sus postulados.