El dicho popular que dice “Pasó sin pena ni gloria”, utilizado para calificar el paso de cualquier persona por un cargo, en el caso de Juan Manuel Santos debe usarse en el sentido contrario: con pena y con gloria. Los dos términos sirven para evaluar con objetividad, sin apasionamiento, su gestión como Presidente de la República. Con pena, porque muchas de las cosas que ofreció realizar no las pudo cumplir. Y con gloria, porque aunque sus contradictores políticos digan que fue el peor presidente que ha tenido Colombia, la verdad es que varias de sus ejecutorias abrieron las puertas para construir un país con proyección al futuro.
Juan Manuel Santos no pudo poner freno a la corrupción. El estatuto que puso a estudio del Congreso, que buscaba darles dientes a los organismos de control para perseguir a quienes se apropien de recursos del Estado, no fue aprobado. Mientras tanto, se siguen descubriendo robos al erario público. Un contrato por $1,2 billones para mejorar la vía Riohacha - San Juan - Fonseca está en la mira de la Fiscalía. En ese mismo departamento se descubrió el robo de la plata destinada a la alimentación de los niños. En la Costa Atlántica se descubrió otro inmenso robo al Estado con el Cartel de la hemofilia. Y en Ibagué se robaron la plata para las obras de los Juegos Nacionales.
En incumplimientos la lista es larga. Empezando por lo que ocurrió en Caldas. En su primera campaña Juan Manuel Santos dijo que de ser elegido construiría el Aeropuerto del Café. La promesa, sin embargo, no se cumplió. En su segundo mandato castigó a Caldas porque aquí se votó mayoritariamente por Óscar Iván Zuluaga. No obstante haber tenido como ministros de Transporte a dos caldenses, el sueño de contar con un aeropuerto moderno, que supliera las falencias que presenta La Nubia, se quedó en eso: un sueño. Se le debe abonar, eso sí, incluir a Caldas en el proyecto Pacífico Tres, que mejorará la vía Manizales - Medellín. También haber incluido a varios municipios en el programa de vivienda gratis, y llevar a altas posiciones a varios caldenses, entre ellos a Germán Cardona.
Ofreció recuperar la navegabilidad del Río Magdalena, y el proyecto se quedó en veremos. Dijo al inicio de su primer mandato que reduciría los cultivos ilícitos, y estos se incrementaron notoriamente. Pero el mayor desacierto de su mandato lo constituye haber entregado el presupuesto a la clase política de la Costa Atlántica para que reversaran el resultado en la segunda vuelta, y así lograr la reelección. Esos miles de millones de pesos que se fueron para esa región permitieron que se fortalecieran Miguel “El Noñó” Elías y Musa Abraham Besaile, que después caerían a la cárcel por corruptos. Silenciar los fusiles de un grupo armado que sembró el terror durante 52 años es algo que para Juan Manuel Santos representa la gloria. Con la firma del acuerdo se recuperó la confianza inversionista, el turismo empezó a crecer y los homicidios disminuyeron. La historia, como dijo Vargas Llosa, le reconocerá lo que significa para Colombia la desmovilización de siete mil hombres. Sin embargo, hay otros hechos que contribuirán a construir un país mejor. El programa Ser Pilo Paga, el de vivienda gratis, el de atención integral a la primera infancia y el impulso a las obras de infraestructura. Pero hay más. Colombia fue el país de América Latina que más redujo la pobreza. Y el índice de Gini, que mide la desigualdad en los ingresos, fue favorable a su gestión. Santos deja la Presidencia con pena y con gloria. Con pena porque los asesinatos de líderes sociales son una mancha roja en su intento de entregar un país en paz. Con gloria porque deja una inflación baja y unas perspectivas de crecimiento halagadoras. Con pena porque una de las obras que iba a ser orgullo de su gobierno, el Puente Chirajara, se fue al suelo. Con gloria porque deja operando un Estatuto de la Oposición que le da un nuevo aire a la democracia. Con pena porque el Ejército no copó a tiempo los espacios que abandonó la guerrilla. Con gloria porque supo poner en cintura a los laboratorios farmacéuticos, que abusaban con los precios de los medicamentos. Sin embargo, a Santos nada de lo bueno se lo reconoce la oposición.
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