La lectura de un libro de reciente publicación sobre la historia de Filadelfia me ha hecho pensar en lo importante que es hurgar el pasado en los hechos sencillos que marcan la vida de una comunidad. Por lo general, la historia de los pueblos se escribe sobre sucesos que marcan a sus habitantes porque tienen una connotación especial. Por ejemplo, se habla sobre la construcción de la iglesia, sobre quiénes han regido los destinos del municipio, sobre cómo llegó la carretera, sobre lo que ha sido la educación y, desde luego, sobre quiénes fueron sus fundadores. Son los hechos relevantes en la vida de un pueblo. Pocas veces los historiadores se detienen en los hechos sencillos. Ellos buscan lo que tiene mayor trascendencia. Y dejan de lado sucesos que también tienen significación histórica.
Hurgar el pasado en hechos sencillos es lo que hace el escritor Luis Ernesto Henao Buitrago en su libro Tejido de piedra, publicado por la Gobernación de Caldas a través de la secretaria de Cultura. Este es el primer atractivo del libro. En sus páginas el lector encuentra información que lo lleva a pensar que esos ciudadanos anónimos que el historiador rescata como hombres que aportaron para hacerle más fácil la vida a la comunidad fueron importantes en la consolidación de un pueblo. Luis Ernesto Henao se detiene a hablar sobre los arrieros, los ebanistas, los yerbateros, los fragüeros, los peluqueros. los panaderos, los huaqueros, los carniceros, los aserradores, los herreros y los rescatantes. Les da importancia porque son indispensables en la vida cotidiana de los pueblos.
En Tejido de Piedra se cuenta cómo se delinearon las calles de Filadelfia, cómo se estableció el mercado en la plaza y cómo se procedió a desviar las aguas que entonces corrían por los empedrados. En una paciente labor de investigación histórica, Luis Ernesto Henao buscó en los archivos del Concejo Municipal los acuerdos que le fueron dando a este pueblo elevado a la categoría de municipio el 18 de octubre de 1871 una fisonomía propia. El investigador se detiene no solo en el desarrollo urbano, sino en cómo fue evolucionando su arquitectura. En este sentido, hace una excelente exposición sobre cómo se levantaron las primeras casas de vara en tierra, y cómo el bahareque fue decisivo para darle vida al estilo temblorero que caracterizó las construcciones en la época de la colonización.
En una prosa bien elaborada, respetuosa de la gramática, de sintaxis perfecta, Luis Ernesto Henao se detiene en aspectos que otros historiadores poco tocan cuando escriben la historia de los pueblos. Uno de los méritos de Tejido de piedra es que es un libro que se deja leer porque, en un estilo literario pulcro, el autor nos lleva de la mano para mostrarnos cómo fue el proceso de poblamiento de Filadelfia, y qué medidas tomaron sus autoridades en los años iniciáticos de su vida administrativa para poner orden en su delineamiento urbano.
El historiador es la persona que asume como disciplina intelectual la investigación del pasado de una sociedad, con el propósito de aportar conocimiento sobre lo ocurrido en otros años, para enseñarle al lector cómo fue la formación de ese espacio geográfico donde despertó a la vida. En el caso concreto de Luis Ernesto Henao hay que decir que, como notario del pasado histórico de Filadelfia, cumple con el objetivo de enseñar la historia ciñéndose a lo que está escrito en los documentos que reposan en los archivos oficiales. Para establecer, por ejemplo, el nombre que en la época de la fundación se le dio al parque, va directo al documento dirigido al Concejo Municipal donde la Junta de Ornato y Embellecimiento pide que se le ponga el nombre de Boyacá. Solicitud que la corporación aprueba.
Un antecedente importante en el sentido de abordar la historia desde la cotidianidad es el libro Vida cotidiana y desarrollo regional en la colonización antiqueña, de Albeiro Valencia Llano. Este texto le dio luces a Luis Ernesto Henao para abordar la historia contando quiénes fueron los fontaneros, los farmaceutas, los enjalmeros, los albañiles y los arrieros que dejaron huella en Filadelfia. Cuando describe cómo se construía una casa de tapia pisada, o cómo se hacían las canaletas en guadua para llevar el agua a las viviendas, o cómo se techaban las casas con palmicho está contando que con técnicas rudimentarias unos hombres sencillos fueron los artífices del desarrollo de su pueblo. Tejido de piedra es un libro que enaltece a quienes en Filadelfia se dedicaron a estos oficios.
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