Ojalá la vieja sentencia según la cual “después de la tempestad viene la calma”, se haga evidente en esta etapa poselectoral de Colombia, no sólo para descansar del agite de la campaña presidencial, de abundantes procedimientos estuvieron ausentes la cortesía, el señorío, los tonos suaves y la música relajante, seleccionados por mensajes y consignas tan insistentes como estruendosos y de mal gusto, sino para que los asuntos vitales de la administración pública regresen al primer plano del interés institucional. Porque, pese a prohibiciones legales, la burocracia oficial participa en política y se cruza de brazos hasta que se definan los asuntos electorales. Y la contratación pública, en suspenso, se reanude.
La paz que reclama la gente de bien no es cuestión solamente de armas, inseguridad y zozobra, sino de estados de ánimo y tranquilidad de espíritus. Una costumbre perversa, puesta en práctica por los empresarios de la política, casi que obliga a que quien pierde las elecciones, por inercia, entre a la oposición, irracional, cerrera. Es decir, oponerse a priori a lo que el nuevo gobernante todavía no ha hecho.
Suena entonces alentador, y para algunos novedoso, extraño, inusual, que el candidato que perdió el 19 de junio, pese al estrecho margen, apenas conocidos los primeros datos electorales, cuando ya se marcó una tendencia, reconoció la derrota y, por el bien del país, ofreció a su rival colaborarle en cuanto estuviera a su alcance para contribuir al buen resultado de su gestión gubernamental. Con señorío y patriotismo, dignos de reconocimiento, no convocó a sus huestes a tomarse el Capitolio Nacional, destruir de estaciones de autobuses y volver “trizas” las gestiones que contribuyeran a la anhelada e indispensable paz, aduciendo babosadas como “paz con legalidad”, o “acuerdo jurídico pero no político”, como plantean los guerreristas de comedores “5 estrellas”, con ínfulas de legalistas. Algunos anuncios de nuevos acuerdos de paz son un buen augurio,
El anuncio de la “loca colombo-francesa” de que hará oposición al nuevo gobierno per se, es decir “porque sí”, se parece a las pataletas de los muchachitos malcriados, que se niegan a tomarse la sopa sin haberla probado. -¿Por qué?, pregunta la mamá. -Porque sí, contesta el mocoso haciendo pucheros, sin dar ninguna razón.
El presidente electo, apenas conocidos los resultados, en un discurso improvisado, bien hilvanado, que da buena cuenta de su capacidad intelectual, anunció que trabajará por la unidad de los colombianos, para que no se distraigan en mezquindades. Esta iniciativa debe contar con el apoyo de sectores vitales de la sociedad, como los empresarios, la juventud, la academia, los trabajadores, la jerarquía católica…y de todos los que representan a la comunidad que aspira a superar dificultades y a conquistar el bienestar general. Para redondear la faena, los dirigentes del desorden “organizado”, y los depredadores de las finanzas públicas, deben ser castigados de verdad, no con “caricias” judiciales.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015