El profesor emérito y magíster en ciencias de la educación, Ángel María Ocampo Cardona*, oriundo de Marquetalia, Caldas, acaba de publicar su primera novela, Nostalgia de los Balcones, que tiene un contenido adecuado para buenos lectores, que buscan en los libros grato y sano entretenimiento, información interesante y ameno coloquio intelectual, sin pretensiones críticas, eludiendo la literatura oportunista de la truculencia y el sensacionalismo. Ocampo Cardona ha producido textos pedagógicos para estudiantes de secundaria y ensayos históricos sobre el desarrollo de las comunidades en el territorio del sur de Antioquia, norte del Tolima y el Valle del Cauca y el actual eje cafetero. Sus trabajos parten desde los pueblos aborígenes, la invasión española, la colonización antioqueña y el poblamiento de la región, con todos los avatares sociales, económicos y políticos de una gesta envuelta en hazañas, heroísmo, creatividad y actos de fe, en la Divina Providencia y en la capacidad humana de los protagonistas. Después, Ocampo decidió buscar sus ancestros, ubicarlos en los escenarios en los que se desempeñaron, con el entorno histórico que les correspondió, remontándose a tiempos anteriores a la independencia y la república, para finalizar en las vivencias de su familia cercana, los hechos de los que fue testigo, unas veces con admiración y cariño por personajes que concitaron su afecto y gratitud y otras con horror por la violencia de la que fue testigo, que en su pueblo natal y en el entorno cercano fue tan absurda como dramática. Esta parte de la historia, la violencia, que el autor no puede eludir porque quedaría incompleta, sin embargo procura suavizarla, inspirado en la esperanza que tienen los buenos colombianos de que esa constante del país algún día quede relegada a los anaqueles de la historia y no suceda nunca más.
Llama la atención la nobleza del autor, quien pese a las dificultades de su infancia y primera juventud, campesina y pobre, y del ambiente politiquero y corrupto que se apoderó de las instituciones y de la sociedad en general, cuando los valores morales fueron sustituidos por el afán de poder y de lucro, gracias a los principios inculcados en un hogar cristiano ejemplar y a su vocación por el estudio, que respaldaba con notas académicas excelentes, pudo proyectarse hacia escenarios superiores, terminar estudios secundarios y superiores, conseguir puesto en el magisterio, desempeñarse como profesor y director de colegios en municipios de Caldas, laborar en la Secretaría de Educación, aportar material didáctico recopilado de su experiencia y lograr reconocimiento, gracias a que practicó la máxima de que “el que quiere, puede”. Todo ese recorrido, desde sus lejanos ancestros, la familia cercana, las vivencias personales de su época y el desempeño laboral, lo ha plasmado Ángel María Ocampo en su libro Nostalgia de los balcones, en una prosa fluida, de correcto manejo idiomático y ameno discurrir. Sus páginas se recorren con interés y deleite.
*Presidente de la Academia Caldense de Historia y Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia.
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