Distintos a los que hacen las delicias de los turistas en Sea Word, Orlando, Estados Unidos, y en los grandes ríos de la Amazonia, son los “delfines” políticos, que aspiran a llegar al poder acaballados en prestigios ancestrales. Algunos acreditan méritos propios, por formación y experiencia, y otros simplemente van aferrados a apellidos y prestigios con los que están emparentados, con más frivolidad que calidad humana, intelectual y académica.
Álvaro Salom Becerra, escritor bogotano, bohemio y guasón, burócrata empedernido, dejó en su producción bibliográfica una obra titulada El Delfín, en la que novela la historia de uno de esos personajes “hijo de papi”, para satirizar el discurrir de las familias que han decidido el destino de Colombia, pertenecientes a los dos partidos tradicionales, ahora atomizados en pequeñas unidades electoreras que arman coaliciones para sumar votos y alcanzar posiciones, sin que las inspiren ideas filosóficas o sociales. Lo suyo es cumplir lo advertido por Churchill: “La gente no quiere ser útil sino importante”. Lo de los delfines políticos se explica si se tiene en cuenta que nacer, crecer y formarse un muchacho en un ambiente de privilegios le facilita llegar a las posiciones más influyentes del Estado, sin necesidad de hacer un recorrido de esfuerzos y dificultades, sometido a las inclemencias de las rebatiñas que son normales en una competencia en la que se escalan posiciones a codazos y empujones.
Hay que diferenciar a los delfines de familiar vinculadas al Estado, porque padres, tíos y abuelos han sido presidentes, ministros, diplomáticos o magistrados, en cuyos hogares se ventilan los asuntos públicos con naturalidad y han recibido una formación académica de alta calidad, de los vástagos de empresarios millonarios y, por ende, poderosos, que aspiran a tener a un miembro de su familia en la presidencia, para sacar pecho…; y provecho.
En la contienda electoral que se avecina hay algunos delfines que se destacan, por encima de los privilegios de cuna. Uno es Germán Vargas Lleras, nieto mayor del presidente Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) y consentido del abuelo. Su trayectoria parlamentaria y el desempeño que ha tenido en posiciones ejecutivas avalan cualquier aspiración que tenga. Y Carlos Fernando y Juan Manuel Galán Pachón, hijos del inmolado Luis Carlos Galán Sarmiento (1943-1989) y nietos de Mario Galán Gómez (1910-2000), uno de los colombianos más importantes del siglo XX, que se han destacado como parlamentarios y funcionarios públicos, con solvencia, pulcritud y eficiencia, lo que les confiere méritos suficientes para aspirar a ser protagonistas en la política colombiana.
Mi libro “Monólogos de Florentino. Reflexiones de un ideólogo empírico”: Librería Ágora, Palermo; Papelería Palermo; Droguería Milán, Alta Suiza; Librería Odisea, centro.
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