Donald Trump marca otro hito en la historia política de Estados Unidos por ser el cuarto presidente que afronta un proceso de destitución en el Congreso norteamericano, acusado de abuso de poder y de obstrucción al Congreso por el caso de Ucrania.
El primero fue Andrew Johnson, en 1868, tres años después del fin de la guerra civil. Su proceso de juicio se originó cuando el Congreso estadounidense aprobó la ley federal de tenencia del cargo, norma que impedía al Presidente destituir a funcionarios públicos sin el apoyo del Senado. Por violación de dicha norma los republicanos le siguieron un juicio político. El segundo fue Bill Clinton, en 1998 por el caso de la becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky. Lo curioso de sus casos fue que ambos ex-mandatarios demócratas se salvaron de ser destituidos por un voto. El tercero fue Richard Nixon, quien dimitió cuando se preparaba el juicio político por negarse a entregar las grabaciones al Comité del Senado que lo implicaban en el famoso escándalo de espionaje del Watergate. Y ahora Donald Trump, acusado de abuso de poder y de obstrucción al Congreso en el caso del escándalo de Ucrania. Estos últimos dos casos de mandatarios republicanos dan una paridad en los procesos sobre los juicios políticos presidenciales estadounidenses.
De hecho, lo interesante en este nuevo juicio político para destituir a un presidente en Estado Unidos tiene una diferencia a los anteriores, dado que esos por asuntos de la política interna y este es sobre la política exterior del imperio. Sin embargo, más allá de los deseos de ver destituido al excéntrico presidente Donald Trump, el juicio político en su contra amerita ser examinado con cierto realismo político.
En la Cámara de Representantes que está conformado por 435 miembros, 235 congresistas demócratas, 199 republicanos y un representante independiente. La votación por el abuso del poder logró 230 votos a favor, 229 votos demócratas y uno del independiente y 197 en contra, 195 republicanos y dos demócratas. El cargo de obstrucción fue aprobado con 229 a favor y 198 en contra. Los dos demócratas que votaron en contra de la destitución de Trump fueron los congresistas Jeff Van Drew, Collin Peterson y se abstuvo de votar la precandidata presidencial Jared Golden.
Para comprender lo que puede pasar en el juicio en el Senado debemos examinar la composición política de esta corporación integrada por 100 senadores: 53 republicanos, 45 demócratas y dos independientes que suelen votar con los demócratas. Como se puede observar los republicanos cuentan la mayoría y, desde luego, tienen prácticamente amarrada y asegurada la absolución del presidente Trump, porque para ser destituido se requiere tener asegurados los votos de dos tercios de los senadores. Es decir, 67 votos.
Entonces, para que Trump sea destituido se requiere que voten en su contra todos los demócratas, 20 republicanos y los dos independientes y como pintaron las cosas en la Cámara de Representantes es bastante improbable que todos los senadores de la Cámara Alta sigan el libreto de la poderosa presidenta de la Cámara baja, Nancy Pelossi. En ese orden de ideas será difícil la destitución de Trump, cuando está en juego en las elecciones presidenciales que se avecinan el control del poder en la Casa Blanca. En conclusión: tal como pinta el panorama político de la lucha por el poder entre demócratas y republicanos, el excéntrico presidente Donald Trump se saldrá con las suyas.
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