En la galería de la antigua Manizales y alrededor del Parque de Bolívar de otros municipios, en la década de los años 50, se escuchaba desde el amanecer en diferentes cantinas, la música de conocidos autores y cantantes como Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo, Oscar Agudelo, Carlos Gardel, Los trovadores del Cuyo, el Caballero Gaucho, Pedro Infante, Jorge Negrete y otros. Por la radio, la colombianísima Señora María Rosa, era un lamento de pérdida. Los parroquianos consumían alcohol y el tempranero tinto.
Un aparato enorme, la radiola, facilitaba la ejecución de la música mediante el empleo de unas monedas y la selección manual de letras y números indicando la canción preferida en ese momento o para largos minutos. En ocasiones el tema se repetía indefinidamente.
Música y cantos lamentando principalmente las penas de amor, causadas por la pérdida de la pareja, temporal o definitiva, o la ausencia de la madre. Todo se quedaba allí hasta cuando el sueño o el término del dinero imponían ir a otro lugar, para regresar al otro día o el fin de semana completo que a veces incluía viernes o lunes.
Luego comenzaron los conciertos que atraían mayores públicos, y poco a poco en las décadas siguientes, hasta la actualidad, los grandes eventos se impusieron con la presencia de miles de personas que en su mayoría consumen alcohol en la medida de sus capacidades físicas y financieras. Familias, amigos, compañeros se juntan para asistir en grupo al festejo, aunque las penas de cada uno sean diferentes.
A los conciertos les llegó el nombre de despecho, para evidenciar que los asistentes podrían ser identificados por un interés común dentro de la diversidad de penas que los afligen.
Con la muerte de Darío de Jesús Gómez Zapata, llamado El Rey del Despecho, se confirmó el hecho sociológico que significa la presencia de las multitudes que se congregan alrededor de las canciones que enarbolan las consideraciones sobre las penas que aquejan a quienes sienten que la vida se les acaba o al menos se trunca.
Canciones con frases simples obtenidas de la vida real, que pueden interpretar la vida de cualquiera, tan sentidas que pueden llegar hasta causar lágrimas, depresión o sentimientos intensos de ausencia o abandono. Un fenómeno sociológico que es capaz de desplazar a otras actividades de la vida común de las personas.
La educación juega un papel importante en las génesis de estas demostraciones, sin que sean exclusivas de un determinado nivel educativo. Hay personas más sensibles que otras sin que ello se constituya en un menor valor humano, como tampoco quien exhiba fortalezas ante las penas que lo han comprometido sea mejor que otros dentro del conglomerado que significa sociedad.
Nadie está exento de una pena. Pero existen varias formas para afrontarla y todas ellas son válidas en la medida que compense mentalmente a quien la sufre.
Seguirán apareciendo los conciertos con otros artistas y diferentes temas de despecho para vociferarlos, para abrazar y libar alcohol sin aparente límite, respondiendo al complemento inducido desde la publicidad. ¡No podría pensarse en un concierto de exaltación de las penas en medio de una botella con leche!
Recursos para la Universidad
Se ha anunciado el estudio y asignación de más recursos financieros para la universidad estatal. Bien por ello. Pero se debe estar atento a la inversión de esos dineros. A mayores recursos, se debe atender a más resultados óptimos. Las universidades no pueden ser barriles sin fondo ni de contenidos mediocres.
Nota: Nuevamente aparece en escena el cambio de los Símbolos Patrios. Recomendado:: La Comisión, un extraordinario sainete de Les Luthiers.
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