La ciudad
Manizales, alberga  personas de diversas procedencias tanto geográficas como étnicas o genealógicas, a través del tiempo. La historia comienza con  los y los demás precolombinos, dentro y fuera de sus tierras,  hasta  cuando los colonizadores hicieron un alto en el camino y decidieron el sitio del nuevo asentamiento.
Quienes han descendido de los primeros habitantes o han arribado de todos los rincones del país o han llegado de distintas partes  del exterior, ya sea estableciéndose solos o formando familias, son los responsables de la existencia de la capital de Caldas, donde la persona ocupa el primer lugar, a pesar de lo que se diga o trate de demostrar.
El mejor emblema de Manizales son sus gentes. Ni el cemento ni los hierros ni los demás materiales son la verdadera representación del significado de ser manizaleño, que ha cambiado su manera de pensar y estar, incluyendo sus  costumbres, a través de las décadas.
Indudablemente, estructuras como su Catedral Basílica Nuestra Señora del Rosario;   edificios; monumentos;  recuerdos físicos;  parques naturales y paisajes y tierras sembradas, son el resultado de su fe,  ideas, ilusiones, tenacidades y labores con el apoyo de la naturaleza. 
Los manizaleños distribuidos actualmente en 11 comunas y siete corregimientos, son la evidencia física, mental y espiritual, del manizaleño clásico moderno. Los años transcurridos desde 1849, fecha conmemorativa,  pueden demostrar el cambio en muchos aspectos, casi que radical,  del ciudadano que ha transitado por sus calles, caminos y cumbres.
Se han escrito páginas bellas sobre el ser manizaleño. Sin embargo, no alcanzan a identificar todo el verdadero sentido de ser ciudadano natural o adoptivo de la ciudad. Desde fuera y dentro de las murallas simbólicas, se le reconoce su cultura y sus ansias académicas
El manizaleño ha gozado de bienaventuranzas así como se ha dolido y elevado ante adversidades que parecieron arrasar su territorio o destruir  sus construcciones o finiquitar sus gentes totalmente.
La educación, tan ansiada por quienes han vivido en Manizales, ha llegado a ser un pilar en la vida de los manizaleños, con múltiples ofertas  educativas con buena calidad general,  impensadas a principios del siglo XX. Se debe agregar el enorme impacto de los proyectos e investigaciones en los métodos modernos de educación, surgidos o afianzados en la ciudad.
El manizaleño es  más tolerante. Ha reconocido, sin demeritar el suyo, otros valores que, paradójicamente, lo han fortalecido. 
Lo perdido en lo material en los últimos 40 años, por razones no totalmente evidenciadas y menos comprendidas a satisfacción,  ha sido compensado con avances en lo inmaterial lo que  ha permitido adoptar otras formas de vida.
Ser manizaleño, natural o adoptivo,  es un honor imposible de arrebatar a pesar de las  intenciones en contra provenidas desde dentro y fuera.

Credibilidad
En las relaciones entre los seres humanos existen muchas conductas que las favorecen o las entorpecen. La creencia en lo que dice y hace el semejante, contribuye sin lugar a dudas a establecer una interacción que protege a quienes intervienen. Si lo que expresa la persona se ajusta a su pensamiento y la acción está coordinada con lo que expresa, se tendrá un micro círculo ideal. ¡Hace falta este comportamiento!

Sólo una persona como Francisco
El Papa Francisco acaba de anunciarle al obispo Monseñor Giuseppe La Plaza, en medio de sonrisa y ademán festivo, que la visita al 75 aniversario de la Diócesis de Ragusa, en 2025, la hará su sucesor Juan XXIV. Será o no, es una incertidumbre. Ha sido una enseñanza de valor inconmensurable.
* Manuel Benítez Carrasco en Manizales Redondel y Campana. 
** Del Poema:  Himno a Manizales de Eduardo Carranza