1. Las imágenes no podían ser más indignantes: Niños en un basurero buscando y comiendo residuos, con familia cerca de ellos explicando el motivo de esa infame situación en una zona colombiana. No es África ni otro territorio americano ni tampoco es Asia, es aquí. Cada persona debe observar a su alrededor y hacerse una pregunta pertinente: ¿Está seguro que en su área de habitación no existen casos similares? La respuesta prevista es contundente: No.
Los ejemplos diarios muestran niños, acompañados o solos, que evidencian un estado de desnutrición, a veces extremo que puede ser identificable por cualquier lego. Un indicador real es la mendicidad verdadera, hay otra que es comercial, para obtener pesos para quizá, y solo posiblemente, una comida adecuada. No cabe la palabra decente, porque: ¿Qué es una comida decente? Lo indecente es que existan niños sin alimento y la primera responsabilidad es del Estado. No hay que culpar a otros. Antes que educación es alimento y antes que comida es vida pero sin nutrientes no hay vida.
Muchas instituciones y personas, hacen esfuerzos para entregar alimento oportuno, suficiente y de calidad, a ellos por esa solidaridad se les debe agradecer. Pero: ¿Acompaña el Estado esos esfuerzos humanitarios que reemplazan la indolencia de quienes tienen la obligación de disponer los recursos? ¿Qué tanto?
Las elecciones son un buen mecanismo para elegir a quienes deben cumplir con sus obligaciones para con los ciudadanos. Mientras tanto: Arrasa, cójala, cójala.
2. Han vuelto a expresarse los estudiantes utilizando las calles en demanda de los cumplimientos de los compromisos para con las universidades. El gobierno llegó a acuerdos con ellos a finales del año anterior y con ello se suspendieron los movimientos estudiantiles y algunos profesorales.
El problema de cumplir o no, en aspectos financieros no puede llevarse simplemente a la firma de un documento que sólo tendrá validez efectiva cuando se quiera y disponga de los recursos suficientes para la educación superior y otras. La realidad es bien distinta, el Estado tiene exceso de compromisos estatales y sus recursos ahora son muy limitados frente a una caja deficitaria, según la ley de presupuesto.
La ministra dice que se ha cumplido, los universitarios claman que no. Lo cierto es que según lo prometido, la respuesta no es suficiente.
La única manera de terminar el vaivén de si o no, como se ha expresado reiteradamente, es con una ley que determine la financiación de las instituciones estatales de educación superior. La Ley 30 de 1992 como se preveía resultó insuficiente y la substitución de esta norma quedó en la mochila.
Los ciudadanos se preguntan: ¿Cómo se administran las universidades, estatales y privadas? Las respuestas pueden dejar atónitos a más uno.
3. Todas las personas que estudian o se capacitan en profesiones u oficios, lo hacen pensando en muchos eventos pero indiscutiblemente el deseo de buscar un espacio laboral o empresarial con el fin de obtener recursos para el tránsito de su vida y familia, es primordial.
A diferencia de antaño, cada día es más difícil la ubicación en un sitio que este acomode a sus expectativas. Aparecen opciones de diferentes connotaciones, no siempre adecuadas a su persona o cualidades, que en un momento dado se constituyen en la única salida o camino para obtener los recursos básicos para vivir.
Se ha erigido una muralla insalvable para quienes recién titulados o diplomados buscan cumplir con su anhelo de una vinculación para obtener salarios u honorarios: La experiencia. La dificultad se convierte en un círculo vicioso: no experiencia no labor, no labor no experiencia y así hasta convertirse en un desempleado, vago o no. Lo contrario es regalarse, casi por nada. La tesis absurda de salario menor que el mínimo para iniciar no debe prosperar aún sea un principiante. La remuneración escalonada premiando los méritos es lo adecuado.
4. Hay que insistir: La educación superior debe reformularse íntegramente.
5. Es imperdonable confundir autonomía universitaria con el hecho o no de violar sus espacios. Todos, de adentro y fuera, deben respetar las personas, sus áreas y bienes, pero además cumplir con la Constitución, inviolable para unos y otros.
Nota: Manizales universitaria no es un camino es una realidad
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