La vida en el País Vasco español, para diferenciarlo del sector ubicado en Francia, tiene diferentes connotaciones según se ubique en San Sebastián, Donostia, capital de Guipúzcoa; Bilbao, capital de Biskaia; o Vitoria capital de Álava. Otras poblaciones con costa sobre el bello e imponente Cantábrico, una extensión del Atlántico o aquellas pequeñas y llamativas localidades del interior.
Lo primero que llama la atención es su inmenso querer por los niños, para ellos están construidos parques para sus juegos ya sea simplemente con un área para jugar con la pelota, algunos aparatos como columpios o barras, espacios para montar en bicicleta o disfrutar con sus juegos personales llevados desde la casa. Son espacios inviolables, sagrados, dedicados a su esparcimiento, ni un solo vehículo aparcado.
Los padres, abuelos, o cuidadores, se encuentran dialogando o simplemente leen mientras sus hijos revolotean solos con sus juegos o se reúnen con sus amiguitos temporales o colegiales y establecen una relación para gozar.
Cuando los abuelos sacan a sus nietos en el coche a tomar el sol, ellos se sientan y departen con otros pasando una o dos horas juntos, de regreso compran el pan diario en el local de sus preferencias que incluso aprovechan para tomar café u otra bebida como una infusión.
Para la generalidad de los vascos en las pequeñas localidades las compras para hacer sus comidas: de medio día, generalmente abundante y de la noche cena, hacia las nueve de la tarde. Como en el resto de España esta es una costumbre básica, muy diferente a la general colombiana.
El otro grupo protegido lo constituyen quienes entran en la senectud, los programas sociales y el lugar en la familia hacen que ellos se sientan acogidos en medio de la sociedad, a la cual han servido o han compartido los diarios quehaceres que se impusieron como obligaciones laborales. Se aprecia el afecto por ellos, no se ven en las calles mendigando, los únicos que lo hacen son los inmigrantes de África o de algunos países centroamericanos.
Otros latinoamericanos están dedicados a trabajos secundarios, uno que otro es directivo, apreciados por sus maneras y laboriosidad. No son baratos sus servicios. Vienen con sus familias y trabajan mucho para enviar allende dinero a sus otros familiares. Tienen especial ubicación como cuidadores de ancianos o niños con una excelente aceptación.
Las construcciones centenarias de los pueblos y caseríos, que se denominan en Colombia haciendas, son una muestra histórica de los acontecimientos propiciados por marineros, pescadores, piratas, campesinos y gente relacionada con ellos que tenían su residencia en sitios que les permitían y facilitaban sus oficios.
Una especial distinción es la extraordinaria gastronomía, reconocida en todo el orbe, muestra de ello son los restaurantes con sede en tierras vascas galardonados con los máximos honores. Más allá de ello, la variada, abundante y maravillosa cocina vasca es motivo de inmenso placer, obtenido en las casas, restaurantes y mercados semanales.
El mar es la fuente primaria de la alimentación: peces, moluscos y mariscos, acompañados de vegetales y tubérculos, preparados de muy variada manera que permiten el deleite. La mahonesa con ajo, el aceite de oliva o las especias en cantidad adecuada hacen el toque principesco. Pero la principal característica vasca es su gente. Muy diferente al andaluz, catalán, valenciano o gallego, entre otros. Personas serias, introvertidas, francas, apegados a sus costumbres milenarias y dueños de un carácter independiente y férreo que los identifica. Trabajador sin límite. Más racionales que sentimentales, amables sin ser locuaces.
Se visten informalmente y disfrutan de su terruño, costumbres e historia al máximo.
Sin embargo, Manizales sigue siendo Manizales, la tierra ideal.
Nota. Esta columna no aparecerá temporalmente. Agur.
Zarautz.