Corrupción y ética son dos palabras muy utilizadas actualmente. Las expresan todos: Desde los sapientes, reconocidos o no, hasta los ciudadanos del común quienes son los actores más importantes de las obras de teatro, de bufas a trágicas, que representan la cotidianidad. 
Casi todos claman desaforadamente por la presencia de la ética en todas las actividades de los seres humanos. A las faltas de las personas, leves o graves, se les atribuye como causa esencial la carencia de ética. 
Los errores de los seres humanos, por acción u omisión, son debidos a múltiples causas. Atribuir las fallas de las personas exclusivamente a la falta de ética es incongruente, y en no pocas ocasiones es lesivo con quienes son calificados injustamente.
Es injusto que algunos medios de comunicación masiva se conviertan en tribunales y los periodistas en jueces, ante los supuestamente gravísimos hechos denunciados en los diferentes órdenes de la vida nacional. Los implicados deben ser únicamente sentenciados por los jueces y magistrados en sus correspondientes jurisdicciones constitucionales y legales. 
Tampoco es justo generalizar, y ello es común cuando se vocifera, se escribe o se filma sin las debidas pruebas que deberían ser presentadas ante autoridades competentes. 
Lo primero que se preguntan los colombianos ante cualquier problema es: ¿De quién es la culpa? Lo que se ha vuelto rutina es que debe aparecer, a cualquier precio, un culpable. Y comienza el riesgo de ser inculpado públicamente por simples indicios, sin razones humanitarias. Avasallando el derecho a ser considerado inocente hasta que no se pruebe lo contrario.
Se olvida el motivo que indujo a la persona a actuar en contra de las normas legales. Todo debe tener una explicación, en la época moderna lo inexplicable tiene menos espacio que en la antigüedad y dentro de una década lo enigmático será inferior, pero siempre quedará una traza hermética para explicarlo todo dentro del significado que representa el ser humano y su conducta.  
El libro excelente del maestro mexicano Ruy Pérez Tamayo titulado: Ética Médica Laica, es un buen ejemplo del significado de lo laico, independiente sesgos dados por la concepción moral de cada quien. Él define con claridad que la concepción moral no siempre está ligada a religiosidad.
La definición de ética, en general, se relaciona con las obligaciones de los seres humanos y por éste camino se llega a la bioética de la cual son responsables todos quienes tengan uso de razón.
Las 24 horas del día están inundadas de noticias sobre la corrupción. Siempre desde que se concibe el establecimiento del ser humano en colectivos comenzaron las conductas aberrantes con pequeños hechos. 
¿Por qué se llegó al estado actual? Simplemente, cuando los colombianos comenzaron a encontrar dinero fácil por el narcotráfico, se fue expandiendo la ola y grandes grupos de población fueron contaminados con pequeños y grandes beneficios hasta llegar a cohonestar casi universalmente, en muchos casos sin tener conciencia de lo que estaba ocurriendo.
Y, la onda siguió y siguió y se ampliaba sin límites e invadió todo. Pocas piedras en el intento de lapidación.
Se ha llegado a expresar que contra la corrupción está la ética de los individuos y de las sociedades. Por ser una realidad incontrastable, los principios éticos, normas que rigen el comportamiento de las personas, deberían ser conocidos y cumplidos, de lo contrario tendría la sanción de la comunidad a través de sus estructuras judiciales.
Ni la ciencia, ni la tecnología, ni el arte por sí solas definen e imprimen caracteres éticos. Los responsables son las personas quienes idean, construyen y usan, además tienen que cimentar las relaciones interpersonales, de cualquier índole, las cuales deben ser éticas. 
¿Se debería enseñar la ética? ¿Basta con el ejemplo? Porque la mejor manera de combatir la corrupción al futuro es el testimonio de los probos. 
Ser probo no es una cualidad, es una obligación.