La historia del paludismo se une a la evolución del ser humano creyéndose que lo ha infectado desde hace 50.000 años e inclusive en la ancestral China, 2700 a.C., se describió la enfermedad. En tiempos más recientes, se destaca entre los padecimientos que comprometieron a los cruzados de los siglos XII y XIII. Muchos murieron en las batallas y otros a causa de las enfermedades no solamente infecciosas como paludismo, también el escorbuto, carencia de vitamina C, hizo sus estragos.
Los largos estudios sobre la etiología del paludismo terminaron en 1880 cuando Charles Alphonse Laveran descubrió el parásito. Posteriormente Ettore Marchiafava, confirmó los hallazgos y se aceptó la teoría, hoy parasitaria. La transmisión por mosquitos hembras, especies de Anopheles, se identificó luego e intervinieron varios investigadores como el inglés Ronald Ross y el italiano Giovanni Battista Grassi, sin olvidar la participación de los médicos: el cubano Carlos Finlay con los norteamericanos William Gorgas y Walter Reed.
La construcción del Canal de Panamá proporcionó importantes razones para el estudio del Paludismo y la Fiebre Amarilla. Tan cerca y tan lejos.
El paludismo ha sido un verdadero azote en las zonas tropicales donde habitan los agentes transmisores de la enfermedad. Su control y erradicación ha costado infinitos recursos, inclusive vidas de quienes trabajaban en los sistemas de salud pública.
En Colombia, de un manejo horizontal, donde todos los médicos y personal de salud atendían a los pacientes sin distinción alguna, se pasó a campaña directa del Ministerio de Salud denominada Servicio de Erradicación de la Malaria-SEM, para regresar a un sistema horizontal. Hasta no hace muchas décadas en las casas de los campesinos y los límites citadinos de las zonas maláricas, estaban identificados en la pared externa con la palabra SEM añadida de un número, que significaba que había sido rociada con DDT, un recordado insecticida contra el Anopheles.
Muchos investigadores se han dedicado a construir bases para la erradicación del paludismo. Aquí es importante mencionar al profesor tolimense Manuel Elkin Patarroyo, por sus esfuerzos, que han sido importantes, otra cuestión son sus resultados.
Un amplio e interesante estudio publicado la semana anterior titulado Erradicación de la malaria dentro de una generación, por una de las Comisiones de Lancet, define perfectamente que es ambiciosa, posible y necesaria.
Se propone que para el año 2050, cuando haya 9.700 millones de seres humanos, se deberá erradicar el paludismo. No es fácil, pero no es imposible que en los siguientes 31 años se logre el cometido, mucho más cuando la tecnología utilizada es de una insospechada modernidad. Varios caminos se han explorado para el control de la enfermedad.
Se ha logrado en varias regiones del planeta la erradicación del paludismo. Sin embargo siguen presentándose casos que dejan muertos fundamentalmente por el Plasmodim falciparum, cuya mortalidad se ha reducido en un 60%, la endemicidad ha bajado en 20 países y la incidencia ha llegado al 36%.
No se conoce el costo de la erradicación del paludismo, pero se cree que será de 8 billones de dólares por año. Las cuentas en pesos colombianos son innombrables.
Varios aspectos trascendentales sobre el paludismo son abordados por el Informe: El diagnóstico, la terapéutica y las vacunas. Las perspectivas en estas materias son novedosas debido a los largos estudios desde hace 100 años pero realizados con más énfasis en los últimos 50.
Parece que antes del 2035 no se dispondrá de una vacuna eficaz y con larga protección. Este aserto deja de lado los actuales informes que parecen un espejismo cuando anuncian elevados porcentajes de protección en los ensayos clínicos.
El informe presenta una serie de conclusiones que son una cátedra de salud pública: Es posible erradicar el paludismo dentro de una generación. Es una meta técnica que implica esfuerzos conjuntos. La erradicación es una excelente inversión con buenos réditos sociales y económicos. Debe ser un programa de todos los gobiernos. La erradicación puede ser apoyada. Sin ello es imposible. Las alternativas a la erradicación son insostenibles. No hay otros caminos aceptables.
Un documento fundamental para los miembros de los equipos de salud. Real, científico, técnico y futurista.
Nota: Manizales Ciudad Universitaria, es una realidad.
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