Indudablemente la población colombiana, que vive en diferentes áreas geográficas, tiene ahora mejores condiciones sanitarias en diferentes aspectos, lo que ha permitido erradicar varios parásitos que aquejan al ser humano.
Manizales con sus zonas urbana y rural, especialmente en la cálida, ya no es un sitio de transmisión de parásitos intestinales, presentes hasta bien avanzado el siglo XX; los datos así lo certifican, incluyendo los iniciales del maestro Emilio Robledo, 1914.
Los cuadros clínicos más severos consistían en diarrea, dolor abdominal, obstrucción intestinal, anorexia, desnutrición, anemia, retardo en el crecimiento, deficiencia de vitamina A y trastornos del comportamiento, especialmente en los niños y jóvenes. Con el conocimiento de la situación epidemiológica del paciente se podía llegar a un diagnóstico acertado, hasta casi del 100%, sin la utilización del laboratorio.
En el país ha sucedido igual, pero todavía hay áreas geográficas, algunas extensas, en donde las parasitosis intestinales aún están presentes en la comunidad, lamentablemente con gran compromiso en los niños, a pesar de los esfuerzos realizados en el saneamiento ambiental en donde la potabilización del agua ha sido esencial.
El buen manejo de los alimentos, tanto en la fuente como en el procesamiento, aunque aún hay mucho por hacer; la disponibilidad y utilización de tazas sanitarias y el uso de guantes y zapatos, han contribuido a cortar los ciclos de los parásitos y eliminar la posibilidad de infección, aunque la desnutrición sigue presente.
La situación en muchos países es similar, dependiendo del desarrollo de cada uno y de la oportunidad que tenga cada ciudadano de contar con un buen sistema sanitario que le permita vivir sin infecciones parasitarias intestinales.
Las personas que están en la senectud recuerdan muy bien la palabra nada castiza, pero absolutamente indicadora: lombriciento. Todo se solucionaba con el lombrífugo ordenado por el médico o aconsejado por el boticario, diferente al laxante que era el complemento, y la indispensable bacinilla, para contar las lombrices, Ascaris lumbricoides. Otros parásitos intestinales, tricocéfalos, uncinarias, oxiuros, también sufrían el ataque, pero ellos no eran perceptibles a simple vista, a pesar del ojo biónico de la mamá.
Las amibas y sus primas son un asunto parecido, pero con otras connotaciones. La Entamoeba histolítica era, y es, la más agresiva de las intestinales, y la tierra juega un papel fundamental en su transmisión. Antes todo era amibiasis; ahora, con la necesidad de comprobarla antes de las terapias definitivas, ya no es tan frecuente ni ético dictaminar sin evidencia real. ¡Pero, casos se dan!
La tenia denominada la solitaria, y otras, también eran objeto de terapia y salían fragmentos de ellas con los antiparasitarios suministrados los días de elecciones o de censo, cada vez más efectivos y menos tóxicos, pero eran y son más difíciles de erradicar.
Acaba de aparecer un estudio indicando que en el Medioevo ya existían parásitos intestinales, de las clases del Ascaris o del Trichuris trichura y otros, que hoy tienen más de 2.000 millones de personas. Y pensar que muchos, incluyendo autoridades, creen que el Virus Corona o sus parientes dejarán de circular pronto. Eso no sucederá ni con la vacuna esperada.
¿Cuándo la población humana, y sobre todo la colombiana, dejarán de tener pobreza, inadecuado ambiente sanitario, impropio control real y total de los animales domésticos y vectores? La respuesta no es sencilla a pesar de los compromisos adquiridos y el deseo de los habitantes de tener una vida más sana. Hay que recordar que hace 40 años en Caldas distinguidos políticos locales se oponían a la potabilización del agua y control de mataderos.
Nota. Manizales, maravillosa Ciudad Universitaria.
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