Nuevamente está siendo anunciada en el Teatro Petra de Bogotá, la presentación de la obra teatral: Yo no estoy loca, un monólogo de la actriz Marcela Valencia, escrita por Fabio Rubiano.
La infidelidad y el atrevimiento del personaje, que lleva los hilos de la obra, son atrayentes por lo que se expresa y el evento insólito, de invitar a comer a la pareja. Con la excelente actuación de la artista.
Los monólogos difíciles de escribir e interpretar, se necesitan dosis buenas de conocimientos de la dramaturgia y de la interpretación para no caer en la chabacanería ni en lo tedioso.
Es una oportunidad adecuada para reflexionar sobre la locura, tema que ha sido tratado por infinidad de filósofos, psiquiatras, psicólogos y escritores del común profundos en sus análisis. La cuestión no puede ser banalizada al apuntar que todas, y hay que enfatizar en la universalidad, las personas tienen de poeta y loca un poco.
Erasmo de Rótterdam, 1511, escribió el Elogio a la Locura, un texto que abre las compuertas a las múltiples interpretaciones que pueden derivarse del tema, allí la locura adquiere la categoría de deidad, hija de Pluto y de la Juventud.
Un documento que nunca ha perdido la vigencia quizá porque el Homo sapiens no ha dejado de ser en esencia lo que ha sido por siglos.
Por eso cuando algunos expresan que el ser humano no volverá a ser el mismo después de las crisis que lo agobian ahora, queda una sensación de desconocimiento de la historia, del significado verdadero de las personas y su papel a través del tiempo. Indudablemente, cambiarán algunas conductas, ello será temporal y Colombia es una muestra excepcional.
Ahora, los cambios pueden suceder como el manido trabajo en casa, una conducta que podría conducir a modificar estructuras físicas institucionales porque ya no serán necesarias, pero es inverosímil que esto suceda cuando cada vez más en las relaciones humanas de todo orden se impone el contacto directo, físico, el cual es irrenunciable en un mundo que debe ser más dependiente de la persona y no de las cosas. La cosificación de la vida es dramática, paulatina e inexorable, constituye la negación del humanismo un error inadmisible.
¡Está loco! Es una expresión peyorativa en donde lo que se califica es la persona y no las locuras de ella. Pero puede ser de admiración cuando se confunden persona e ideas porque éstas parecen una utopía. Toda persona tiene derecho a tener ideas y alguna de ellas aparentemente de imposible realización ¿Pero qué hubiera pasado si los ancestros no hubieran sido utópicos?
Regresando a Erasmo, es un documento antiguo que debiera ser conocido por las personas que de alguna manera desempeñan papeles en la tierra, que son todas. Porque la Juventud según el amigo de Tomás Moro, tiene por compañeros irreflexión, placer, pereza, narcisismo, intemperancia, adulación, sueño y por supuesto la demencia. Sin embargo, si la juventud actual las posee o no y si son cualidades o defectos, merece otra reflexión.
¿Por qué no tener un poco de todo durante el esplendor de la juventud?
La juventud no debe moldearse a un rígido comportamiento. Nunca lo ha sido y siempre ha superado la incomprensión de los mayores. Afortunadamente,los actuales jóvenes siguen la estela de años de otras formas de pensar y actuar, donde lo importante es su formación para que adopten conductas que les permitan seleccionar lo que le interesa a las personas y no contribuir a la vulgarización de lo esencial. ¿Y, qué es lo esencial? Será lo inmutable y: ¿Qué hay inalterable hoy?
Nota: Manizales Ciudad Universitaria, una utopía hecha realidad.
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