Se ha repetido que dentro de la aplicación de la Ley 23 de 1981, en la mayoría de las quejas se detecta la comprometida relación entre el médico y el paciente. Al respecto hay varias preguntas que se deben contestar para ilustración de la sociedad.
¿Por qué a la sociedad? Porque es a quien se debe proteger en primer lugar con la aplicación de la ley por intermedio del Estado, el cual ha establecido los Tribunales de Ética Médica. La medicina es una profesión social.
¿Todos pueden presentar quejas en contra de los médicos? Si, cualquier persona con uso de razón o institución tiene derecho a quejarse, cuando considere que uno o varios han sido vulnerados.
¿Los derechos y deberes de los pacientes dónde se ubican? En la actualidad los derechos y deberes de los pacientes privados o institucionales, deben ser protegidos y las entidades o los médicos tienen la obligación de comunicar al paciente, lo concerniente a ello.
¿Toda queja debe ser estudiada? Toda inconformidad, ya sea del paciente, la familia, cualquier otra persona o una entidad debe ser recibida y analizada en los Tribunales, siempre y cuando cumpla con los requisitos de ley.
¿La decisión de los Tribunales seccionales tienen recursos? Todas las sentencias de los Tribunales están sometidas a reposiciones y apelaciones, éstas últimas residen en el Tribunal Nacional. Desde éste pueden avanzar hasta el Ministerio de Salud cuando se trata de suspensión en el ejercicio de la profesión por más de seis meses.
¿Sólo la ética médica es sancionable? No, la sociedad tiene otras estancias para recurrir en solicitud de justicia, sin que se presente cruce de competencias. Se puede recurrir simultáneamente a la justicia civil, la penal o la administrativa.
Muchas dificultades se evitarían si existiera una comunicación, conversación, tranquila, veraz y oportuna entre el médico y el paciente, que según el caso puede involucrar a los familiares y tutores.
Lo primero que se necesita es el empleo de un lenguaje sencillo que puede ser afable o serio, desprovisto de toda insinuación de agresión, sin que haya que recurrir a lo empalagoso.
Hacen mucho daño los gestos, las insinuaciones, los ademanes y cualquier actitud que se aparte del respeto que se deben tener médico y paciente.
El paciente a su vez debe estar dispuesto a escuchar, tranquilamente sin exasperarse, pensando que lo que se le dice es por su bien. Debe ser consciente de su proceso, que incluye la gravedad y las condiciones para aceptar y recibir el tratamiento.
El enfermo debe comprender que puede tener ser un mal de larga evolución que requiere paciencia y dedicación. Debe saber que su proceso se puede complicar y no debe ir atribuyéndose responsabilidad y menos a otros sin evidencias. Si tiene dudas debe recurrir a su médico. También está autorizado a pedir segundas opiniones, es su derecho.
Pero el diálogo entre médico y paciente debe ir más allá de vociferar y oír, cada uno desde riberas que no se aproximarán. El uno porque se siente obligado a espetar frases con el fin de salvar su responsabilidad, no dirigidas en primer lugar para el beneficio del paciente. El otro porque sólo quiere que le expresen lo que él desea. Conversación de sordos y lamentablemente de mudos porque no atinan a decir lo que se debe decir.
A propósito, una conferencia inigualable por lo maravilloso de sus enseñanzas, a través de sus ideas, por la forma como evidencia su experiencia y como se expresa, a cargo del Maestro español José Antonio Fernández Bravo titulada: Todo lo que me enseñaron los niños, debiera ser vista y analizada por todos aquellos, todos, quienes deben comunicar ideas, dirigir, enseñar, participar en grupos de trabajo, reuniones generales de empresas, mesas de trabajo o cualquier acto de intercambio directo mediante palabras que se suscite entre dos personas.
Los pacientes son como los niños. El maestro continua: Los maestros quieren hacerles mayores, y ellos lo que quieren es que nos hagamos pequeños….Similar, los enfermos quieren que el médico se iguale a su capacidad de comprensión.
Nota: Manizales, Ciudad Universitaria, es de todos y por lo tanto es un compromiso general.
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