Noviembre y diciembre han sido tradicionales para celebrar los grados de los estudiantes. Desde siempre en Caldas el fin del año lectivo coincidía  con el término del año calendario.  Esta costumbre tiene salvedades que vienen desde cuando los colegios adoptaron otra época para terminar los estudios anuales y las universidades modificaron sus planes de estudios al convertirlos  en semestrales.
El fin del período de estudios se ha aprovechado para realizar eventos para presentar los resultados de los estudiantes y otorgar diplomas por la terminación de estudios.
El Acto Público,  era una ceremonia que se esperaba desde el primer día de clases y se pensaba en el fin del ciclo que le permitía avanzar en sus estudios o iniciar las actividades para las cuales se había formado, que era la principal misión de estudiantes y profesores con la anuencia y esperanza de la familia.
En una época hasta terminar la década 1950, los estudiantes de los colegios habían pasado por las pruebas orales, de cada materia, como se denominaban tradicionalmente,  en presencia de los compañeros, profesor, familiares e inspectores delegados del gobierno para dar fe de la validación de la calificación final.
Eran momentos difíciles, hoy se diría estresantes- plenos de temor-,  y no pocas las simples equivocaciones ante la presencia de  extraños en el aula como la  familia y el calificador foráneo. No era raro que después de haber pasado por el veredicto público, no muy favorable, el estudiante reflexionara y comprendiera  que las respuestas o la realización de procesos aritméticos eran conocidas por él. 
Otros, por el contrario, estaban contentos por su desempeño y eran felicitados por el maestro,  los padres y directivos cuando asistían ocasionalmente a la evaluación de determinadas materias, especialmente las matemáticas.
Una vez pasadas las pruebas venía la ceremonia de clausura, en un día y hora determinadas por el colegio, preferencialmente en el bello e inolvidable Teatro Olympia. Los estudiantes asistían con el uniforme festivo, corbata o corbatín, zapatos lustrosos y si no podían con el mejor vestido y zapatos.  Ambos padres se engalanaban con lo mejor de su vestuario para oír y ver las proezas de sus hijos.
El Acto era presidido por las directivas colegiales, las autoridades civiles y eclesiásticas, cuando era apropiado, inclusive en colegios públicos como se denominaban, hoy la designación correcta son estatales.
El orden del día incluía la importante Oración de Estudios, en cabeza de reconocidos personajes del orden local o nacional, invitados especialmente al evento. Un discurso más apropiado para los profesores,  padres, directivos o invitados y páginas de periódicos o revistas con los correspondientes análisis  posteriores, que para los estudiantes no era comprensible,  salvo que ellos fueran los bachilleres, sexto año, o los de quinto o quizá de cuarto. 
Posteriormente  venían los esperados premios, libros de variados temas, -Julio Verne, Giovanni Papini,   Mark Twain-,  medallas de distintas aleaciones y certificados enaltecedores, todo   para diferentes estímulos por los esfuerzos y logros del año; para todos era muy importante que su nombre fuera mencionado entre los aspirantes y ese era el galardón general.
Tanto estudiantes como padres o amigos de estos sentían orgullo por la nominación. Algunos premios eran donados por personas reconocidas, Soffy Pinzón de Zuloaga, para homenajear especiales actividades o actitudes de los estudiantes 
Las intervenciones musicales son para recordar,  por ejemplo: Cosi fan tutte de Wolfgang Amadeus Mozart; las Danzas Húngaras de  Johannes Brahms, en especial la 5; fragmentos de  Caballería Ligera de Franz von Suppé, y Aida de  Giuseppe Verdi. 
Con el cierre del telón aparecían las nostalgias y comenzaban a ser posible los horizontes.
Nota: El país no puede estar al vaivén de nada.