La semana pasada la Academia de Medicina de Caldas y la Facultad de Ciencias para la Salud de la Universidad de Caldas, Escuela de Medicina, realizaron el simposio en Humanidades y Medicina. El tema central fue Leonardo Da Vinci, quien fue recordado y analizado bajo varios aspectos.
Uno de los actos importantes fue el homenaje brindado a los maestros Mario Orozco Hoyos, Jorge Vargas Gónima y Antonio Duque Quintero, quienes fueron presentados por el médico, profesor e historiador Orlando Mejía Rivera, a propósito de la nueva edición de su libro Historia de la Medicina en el Eje Cafetero.
Como una adhesión al evento, se toman varios fragmentos de la segunda edición del libro Pinceladas de la Historia de la Medicina, 2015, escrito por el autor de esta columna.
Presentación
La formación de médicos ha variado en la medida que pasan los años y aparecen nuevas tecnologías educativas que desplazan, injustamente, a los maestros y convierten a los profesores y estudiantes en esclavos debido a la utilización de rígidas, una paradoja, máquinas y programas, que no les permiten salirse de un encasillamiento contra el tiempo y la temática.
El espacio es limitado para actividades diferentes, periódicamente brillan algunas. Otras de nuevo han comenzado a plantearse y desarrollarse para que les permitan complementar su formación, acrecentar su espíritu y fortalecer sus ideales, o sea médico en la plena acepción de la palabra
Los semiólogos y la esencia clínica
La Facultad de Medicina de la Universidad de Caldas, se ha caracterizado por preparar médicos con un inmejorable enfoque clínico. La semiología es el primer paso indispensable para lograr el objetivo. Desde antes de Mario Arredondo Alba, los clínicos introdujeron a sus estudiantes en el maravilloso universo de los signos y síntomas. Con el maestro Mario y su inmensa experiencia clínica aunada a un deseo infinito de enseñar, la semiología adquirió ribetes monumentales. Sus clases magistrales, sus ademanes, sus gestos,…eran inolvidables, lo mismo que las comparaciones o ejemplos de la vida mundana.
A nadie se le olvidaba el andar de un paciente con Tabes Dorsal. Los apuntes derivados de sus clases son un tratado de medicina. Aquí el paciente como ser humano, adquiría toda su importancia. Lo siguieron y compartieron papeles estelares: Los maestros Jorge Vargas Gónima, todavía y afortunadamente en servicio activo, Gonzalo Posada Hoyos, Ramiro Sierra Pérez, Norman Pardo Gutiérrez, Augusto Marín Gutiérrez, y Samuel Villegas Estrada. Más recientemente María Isabel Gutiérrez Botero, Luis Gómez Mejía, Guillermo Agudelo Gómez, fallecido, y en servicio: la maestra Ana María Matijasevic Arcila, Mario Iván Ruano Restrepo y Félix Peláez Cortés.
La medicina interna y la disciplina plena
El área de medicina Interna, ha marcado en la Universidad de Caldas una época que jamás será olvidada por los estudiantes de las generaciones que hasta 1995 cursaron la asignatura. Maestros como Ferry Aranzazu
Mejía, todos quienes fueron sus estudiantes tienen algo de él e igual aconteció con los otros maestros: Jorge Vargas Gónima, clínico de inmejorable calidad, bajo el marco de cualidades humanas excelsas, era serio pero comprensivo, exigente pero ecuánime, con un comportamiento ético a toda prueba como sus colegas..
Junto a ellos estaban también los maestros Mario Orozco Hoyos, sabio, afable y exigente, Gerardo Echeverry, Jaime Márquez Arango, Hernán López Ramírez, Gastón Méndez Torralbo, Rodolfo Cabarcas Puello, Norman Pardo
Gutiérrez, Ramiro Sierra Pérez, Olver González Franco y Óscar Castaño Valencia. Cada uno hacía de la docencia un mundo aparte y cada uno tenía sus propios métodos dentro de la integridad de la asignatura.
El maestro Ferry, a quien se refirió el profesor Jorge Vargas, máxima expresión de la disciplina, enseñó siempre que el paciente era lo primero, los textos eran la teoría y jamás reemplazaban al paciente. Esta sola aseveración fundamentó la continuación de la identidad clínica de los estudios de medicina en la Universidad. Estudioso permanente y sin igual. Aparentemente drástico, pero justo como ninguno… Más que las clases del maestro Ferry Aranzazu era su ejemplo sin desfallecer, sus frases a veces demoledoras, sus gestos y la inflexión de la voz.
Nota: Manizales es universitaria.
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