Las preocupaciones de las personas son muy similares a través de los tiempos, pero cambian, ya sea apareciendo nuevas o desapareciendo otras, según su íntima manera de concebir su presencia en la tierra;  sus relaciones existentes  con los otros seres humanos; su nexo con un ser superior; su vínculo con el medio ambiente y su enlace con las instituciones.
Se ha refrendado siempre y es una realidad que el ser humano con uso de razón tiene la potestad de pensar hasta el momento final. Su muerte es incontrovertible, de ello debe estar seguro.
Todas las personas tienen derecho a tener sus propias convicciones sobre la muerte, la suya y de otros, y en consideración a ellas así actúan, o al menos así se espera. Igualmente tienen derecho a cambiar sus doctrinas en lo mental, práctico y espiritual, lo cual es absolutamente respetable y en ese sentido deben actuar los demás.
El pasado 22 de septiembre a través de Agencia Católica de Informaciones, ACI, se conoció, desde el Vaticano, la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, titulada: Samaritanus Bonus. El documento comienza haciendo una referencia al texto bíblico del Buen Samaritano, su trascendencia en aquella época y el significado actual en la vida de las personas.
La  extensa carta, escrita por el cardenal Luis F. Ladaria, discurre sobre diferentes y amplios aspectos trascendentales relacionados con la vida y muerte de los seres humanos, a partir de la situación de los enfermos y la manera de terminar su existencia. Este documento debe ser analizado por todos, especialmente por los miembros del equipo de salud y por quienes tienen a su cuidado enfermos en las etapas finales.
Si bien es cierto, la carta está pensada y escrita en consideración a la ortodoxia católica, tiene elementos universales válidos que son aplicables sin distinción de concepciones  y prácticas religiosas. Se puede estar o no estar de acuerdo con el texto y el mandato cristiano, total o parcialmente, pero el análisis científico es riguroso a la luz de los modernos y aceptados postulados de las ciencias para la salud. 
Los elementos humanistas y humanitarios son valiosos, tienen una proyección válida tanto desde el enfoque del paciente, su familia y la sociedad así como del equipo de salud, que invitan a  reflexionar sobre la misión de cada uno.
Los temas centrales indican por si solos la cobertura e importancia de los planteamientos: El prójimo; Cristo y la esperanza, el corazón del Samaritano y el don sagrado e inviolable de la vida; las barreras culturales que atentan contra el valor de la vida humana y la Enseñanza del Magisterio. Bajo este tema se agrupan doce capítulos, interesantes y dignos de leerse para entender todo el documento e identificar lo que sabiamente reconoce la Iglesia, que no es poco, frente a interpretaciones que distan de la verdad expresada desde Roma.
Interesantes y profundas secciones al alcance de todos los ciudadanos:  Prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido-tema de actualidad en Colombia; obligación moral de evitar el ensañamiento terapéutico-vigente;  cuidados básicos: deber de alimentación e hidratación; cuidados paliativos-necesarios inmediatamente; el papel de la familia y los sitios para el final; acompañamiento y cuidado en la edad prenatal y pediátrica; terapias analgésicas y supresión de la conciencia; estado vegetativo y el de mínima consciencia; objeción de conciencia por parte de los agentes sanitarios y de las instituciones sanitarias católicas; acompañamiento pastoral y el apoyo de los sacramentos; discernimiento pastoral hacia quien pide la eutanasia o el suicidio asistido; la reforma del sistema educativo y la formación de los agentes sanitarios.
Esta revisión aporta importantes conceptos a un tema complejo que muchos  tratan de soslayar, pero que evidentemente es de las competencias íntimas y externas de toda persona.

Nota: Manizales es Ciudad Universitaria