La evolución lenta de la estructura física del ser humano a través de miles de años no es igual a los avances rápidos e incontenibles de su función mental. Con el desarrollo de la capacidad intelectual y la adquisición de destrezas, se va construyendo un entorno diferente que le permitirá una vida más larga con mejores calidades, aunque ahora se necesite reforestar 1 billón de hectáreas adicionales.
Ya no son los ejemplos bíblicos de pocos seres humanos que vivieron muchos años sino que la realidad demuestra que ahora se vive más tiempo y mejor. Cuando no se tenía nada de lo que hoy está disponible con el fin de hacer más placentera la vida humana, las personas vivían con sus esperanzas limitadas por los conocimientos, las destrezas y las oportunidades. Para ellas la felicidad, y dentro de ella el bienestar, tenía otros horizontes. Con una pequeña reflexión se pueden hacer comparaciones, inclusive restringidas a los últimos trescientos años.
La vida de los seres humanos tendrá mayores, rápidas y radicales variaciones en las próximas décadas y centenarios. Puede decirse que ni los más avezados futuristas son capaces de predecir exactamente lo que ocurrirá en 100 años. Sin embargo, puede aseverarse que las modificaciones serán impresionantes para el bien y el mal, no todo será benéfico aunque si es deseable, de los seres humanos.
Muchos hechos han logrado modificar la manera de permanecer las personas en la tierra. Ahora, los viajes al espacio, tripulados o no, son eventos sino sencillos si factibles con logros de todo orden; los mecanismos de comunicaciones son cada vez más sorprendentes; las continuas e innovadoras estrategias de educación; la nanotecnología es irreversible lo mismo que la robótica que va ocupando espacios rápidamente; el pensar es cada día más complejo; y así puede relatarse en todas las áreas de la ocupación humana.
Paralelamente, si se hace un recuento de los más importantes descubrimientos en la medicina, se obtendría una lista larga y cada avance ha tenido y tiene sus propios obstáculos para ser universalmente aceptado, practicado y evaluado, según los aciertos a través del tiempo.
Una invención trascendente en medicina, -M Friedman y W Friedland, 1998,- ha sido la vacuna contra las enfermedades infecciosas. Aunque el concepto, primero empírico como muchas veces sucede en medicina, se pierde en la antigüedad: China, India y otros lugares asiáticos -Susan Plotkin y Stanley Plotkin, 2018-, comenzó a ser una realidad científica a partir del inglés Edward Jenner, con su trabajo sobre la viruela. Hoy, afortunadamente erradicada del planeta.
En la actualidad la vacuna es uno, algunas veces el único, de los mecanismos para controlar o erradicar un agente infeccioso. Cuando aparece una epidemia o una pandemia y luego se transforman en endemias, las autoridades sanitarias, los investigadores y los laboratorios de producción, estatales o privados, se preguntan por la vacuna. ¿Existe o no? La respuesta desencadena distintas acciones a diferentes niveles, inclusive mundial.
En la actualidad se utilizan más de 25 clases de vacunas en forma rutinaria. Ellas van aumentando paulatinamente y se usan mediante diferentes mecanismos, según las sociedades a intervenir.
La medicina alopática considera que la vacuna ha sido una invención prodigiosa.
Sin embargo desde la primera experimentación científica de la vacuna, Inglaterra -1796-, han aparecido voces contrarias con argumentaciones falaces, en contra del biológico que va a crear anticuerpos, en seres humanos y animales, para prevenir individualmente la enfermedad o controlarla, en grupos poblacionales. Estas teorías van consiguiendo adeptos contra las vacunas.
Además, los defensores de la no vacuna, expresan por distintos medios sus análisis en otras direcciones no ligadas al producto a administrar, las cuales son muchas circunstanciales. Desde el mismo púlpito católico se diseminaron informaciones que distorsionaban la realidad científica de la vacunación.
Una publicación, 2019, resume en cuatro los pilares de los antivacunas: Falta de confianza en los científicos; rechazo al biológico y preferir lo alternativo; exageran los efectos adversos y promulgan que en aspectos de las vacunas los gobiernos esconden hechos.
Por ahora, una vacuna certificada, adecuada y oportuna es un arma invaluable.
Nota: Manizales, definitivamente universitaria.
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