Definitivamente la ausencia de poder y el ánimo de protagonismo son unos males que aquejan a algunas personas y las lleva a desvariar y a asumir posiciones que muchas veces lindan con la incoherencia, la perversidad y el ridículo. 
Es el caso de Germán Cardona Gutiérrez quien después de su paso por la Gobernación de Caldas y la alcaldía de Manizales, de la mano de la vieja coalición Yepes-Barco-Giraldo, hoy critica al Centro Democrático por su unión con el partido liberal caldense, su antiguo fortín político. O tiene mala memoria, o su cinismo y prepotencia lo tienen tan obnubilado que piensa que Caldas ya olvidó, además de sus alianzas con quienes hoy critica, su paso por el ministerio de Transporte durante los larguísimos años del gobierno Santos, sin aportar nada a su departamento. 
¡No, doctor Cardona! Caldas puede ser un departamento sumiso, calmado y tal vez pusilánime, pero no olvida. Y tampoco calla. Porque es imposible callar ante el peor enemigo que tiene el gran proyecto de Aerocafé, del que Usted fue protagonista durante muchos años, y en el que invirtió millonarios recursos de los manizaleños aduciendo su viabilidad técnica, jurídica y comercial. ¿Qué ha cambiado entre los años en que se pavoneaba en la prensa local y nacional anunciándose como el promotor del proyecto, y participaba en la compra de los terrenos donde hoy se construye, y la fecha actual? Tal vez las nuevas condiciones, que le impiden dominar su construcción y favorecer sus intereses personales. O tal vez un ánimo de retaliación por habérsele arrebatado de su dominio e injerencia el manejo del proyecto. ¡Vaya uno a saber!
Pero, no contento con torpedear a Aerocafé, arremete hoy contra la Industria Licorera de Caldas mediante argumentos infundados que solo buscan desinformar, desgastar la administración actual y perseguir a su gerente. ¿Por qué no se manifestó cuando su pupilo, Bruno Seidel Arango, depreciaba la ILC y la hacía aparecer “inviable”, mientras paralelamente contrataba con su socio, Gilberto Saffón Arango, y establecía una millonaria nómina con sus amigos personales? ¡No! El tema de las tafias que hoy critica Germán Cardona tiene todo el sentido económico, químico y de calidad que nos permite producir el mejor ron del país, y así lo han reconocido expertos del mercado nacional e internacional. Estoy seguro de que la pregunta que hace Germán Cardona sobre las tafias, le sería resuelta inmediatamente si, como ciudadano, elevara un derecho de petición. Lo que no puede esperar es que alguna empresa pública o privada se dedique a rendirle cuentas a él, porque así lo exija o por el hecho de sentirse superior a todos los demás. 
¿En un producto como el Ron Viejo de Caldas, puede la ILC darse el lujo de consumir la materia prima más barata del mercado y denigrar el producto final? ¿Un buen gerente tendrá que arriesgar la estabilidad de la Industria y comprar los insumos a proveedores de los intereses de sus contradictores? ¿Será creíble el argumento de los productores de tafias nacionales, que le informan a Germán Cardona que con sus insumos se “producen rones iguales o mejores que nuestro famoso ron viejo de Caldas”? 
Doctor Cardona: de Usted se espera que tenga argumentaciones más sólidas, profundas y contundentes. Pero basarse en el concepto de “un amigo piloto” para tratar de destruir el proyecto de Aerocafé; o en lo que “dicen” los productores de tafias nacionales que buscan desesperadamente volverse proveedores de la ILC, para tratar de oponerse a un gerente que brilla más que Usted, son vacuidades que solo pueden provocar desestabilización y desinformación, además de desdecir a quien las emite. 
Para nadie es un secreto que con Luis Roberto Rivas estamos en orillas políticas distantes. No voté por él en la anterior contienda electoral. Y en ésta última fui opositor del partido que lo acompaña. Pero eso no puede enceguecerme ni desconocer que su administración ha sido una de las más brillantes de la historia. Tenemos que dejar este canibalismo que cunde en Manizales y Caldas y que nos hace cometer permanentes errores que atentan contra nuestra propia estabilidad.