Con el zafarrancho armado esta semana en el Senado quedaron muy claros los ingredientes de las campañas para Congreso y Presidencia de 2018: insultos, maltratos, acusaciones, imputaciones, desvergüenzas, alaridos, amenazas, bajezas, señalamientos, descalificaciones y ruindades. Es increíble que un debate citado para tratar el tema de corrupción, resulte convertido en un escenario politiquero encaminado a hacerle oposición a las campañas de Germán Vargas Lleras y del Centro Democrático, y pase por alto la terrible corrupción del Gobierno y de las Farc; es increíble que el Congreso permita que una candidata presidencial, que sustenta su campaña en diatribas histéricas hacia sus contradictores, utilice ese recinto para desbocarse violentamente y obtener lo que tanto le gusta a ella y a su partido: figuración mediática; y es increíble que ese mal llamado “recinto sagrado de la democracia” haya caído más bajo de lo que suponíamos, cuando su nivel está indiscutiblemente por el suelo.
Pero bueno… ¡Eso es lo que hay! Y queda claro también que, paradójicamente, tanto las Farc como sus aliados directos (Gobierno Nacional, Altas Cortes y Congreso enmermelado), los partidos de la unidad nacional, la izquierda anacrónica y, en general, los amigos de los terroristas farianos, parecen haciendo campaña a favor precisamente de Vargas Lleras y del CD. Porque con cada abuso que se comete; con cada nuevo allanamiento a nuestra estabilidad democrática; con cada nueva fractura de nuestra Constitución; y con cada despropósito cometido para favorecer los intereses de las Farc, el hastío y el asco hacia los autores de esta debacle y hacia quienes se prestan para acabar con nuestra institucionalidad, crece de manera desbordada y hace que los ciudadanos recapacitemos sobre la necesidad de cortarles las alas a los terroristas que hoy lucen envalentonados, porque creen haber conseguido el botín del poder de manera indefinida.
Y esas alas se pueden cortar mediante mecanismos como el referendo revocatorio que está empezando a promover el CD para derogar la JEP, el blindaje jurídico e impedir que criminales de lesa humanidad participen en política. Porque es indignante ver que en medio de un país dispuesto a la reconciliación, los criminales farianos obtengan toda clase de prebendas mientras nos siguen mintiendo y siguen jugando con nuestra buena fe. ¿O es que acaso se acabaron los atentados terroristas? ¡No! Solo que hoy el propio Gobierno se los endilga a las “disidencias” para exculpar de oficio a sus aliados. ¿Acaso se acabaron las represiones armadas, se cumplió con la entrega de menores, con la entrega de bienes y demás promesas y compromisos pactados? ¡Tampoco! ¿Se podrá hablar de que se acabaron las actividades narcotraficantes, cuando las propias Farc incluyen a más de veinte capos en sus listas para acogerse a la JEP? ¡Jamás!
Ya las Farc han tenido el descaro de reclamar y vociferar diciendo que, por haber sido indultados y sus crímenes haber quedado impunes, no se les puede llamar asesinos o criminales. En ese orden de ideas, ¿si producto de esta farsa los asesinos pierden la calidad de tales, será entonces que sus víctimas, en adelante, tendrán que llamarse exasesinados? ¡El pueblo merece respeto!
Repito: la mejor campaña que se les puede hacer al Centro Democrático y a Germán Vargas Lleras es la que hacen las propias Farc, el Gobierno, las Altas Cortes y el Congreso. Que sigan abusando de este poder y que sigan violando y resquebrajando nuestro sistema constitucional y verán entonces en las urnas la reacción de un pueblo indignado, acorralado, herido, lesionado y ultrajado. Que sigan asaltando la buena fe de los colombianos, y que se atengan al castigo de la democracia. Que sigan haciendo y deshaciendo con nuestra institucionalidad, para por fin llamarlos a responder ante la sociedad por sus desmanes y desafueros. Que sigan, en fin, con esa perversidad, y que nos den el lujo de arrasar con las Farc; pero no con los métodos que ellos acostumbran, sino con los métodos que la sana Colombia puede utilizar: la democracia. ¡En las urnas nos veremos!
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