Hay hitos en la historia de las realizaciones humanas que permiten una mirada que normalmente no hacemos en la cotidianidad. Es el caso de los 25 años de Batuta Caldas.
Hace unos pocos años tuvimos la oportunidad de encontrarnos con el maestro Juan Antonio Cuéllar, por ese entonces Director Nacional de Batuta, en una visita al naciente programa que Batuta Caldas asumía en el Barrio Solferino. Encuentro muy emotivo pues en esa decisión había un acto, más que de justicia, de fe en los niños y jóvenes de esta comunidad. No tenían nada de nada, en lo material, pero tenían ilusiones, entusiasmo y la voluntad de comprometerse.
En aquella oportunidad el maestro Cuéllar afirmaba: ¡No tengo duda de que es Manizales la ciudad musical de Colombia! Esto lo explicaba y lo explica la presencia de Batuta en la ciudad y el liderazgo de Olga del Socorro Serna.
Me parece pertinente aprovechar ésta efemérides para plantear unas breves reflexiones en torno a la importancia de esta presencia como aporte al desarrollo cultural de la ciudad y muy particularmente al potencial mejoramiento de la calidad de la educación.
Manizales viene empeñada, de tiempo atrás, y en un esfuerzo que compromete a toda la comunidad, en ser la más educada. Baste recordar el voto ciudadano por la educación, gesto singular, diría único, en el concierto de las ciudades colombianas. Este interés colectivo se ha venido expresando en múltiples formas y avanza significativamente. Bien, Batuta es un aporte importante en este sentido. Trataré de explicarlo.
Me apoyo fundamentalmente en los conceptos de Sir Kent Robinson, uno de los más valiosos aportantes en el mundo de hoy a la reflexión de cómo cambiar la educación, para mejorarla, no solo para llevarla al nivel que requiere la sociedad en el presente y en el futuro, sino para hacerla más cercana a la sicología de los niños; para hacerla más amable, más humana y por ello mismo disfrutable.
Robinson plantea que la forma en que seguimos educando está montada en los paradigmas y necesidades de la revolución industrial. Producción en serie. Todo igual, para seres “iguales”. Educación para el trabajo, más que para la vida. Educación que homogeniza, porque es más fácil. El costo en términos de felicidad no importa. La deserción termina siendo un registro estadístico y no la expresión de un modelo educativo que no es respuesta para los niños y jóvenes de hoy. Al inquietarle este modelo, que rechaza, propone un esquema en el que en los primeros años al niño se le sumerge en el mundo de la sensibilidad; en el mundo de la creatividad; en el mundo del arte y en el mundo del juego. Está convencido y lo demuestra, que cuando se genera esta prelación hay un mayor desarrollo del intelecto y se prepara de mejor manera al niño para aquellos aprendizajes fundados en ejercicios de la razón. Se trata de empezar con el hemisferio derecho para llegar luego al izquierdo. En su concepto este enfoque hace la gran diferencia. Como toda propuesta de cambio genera resistencias y toma tiempo para ser siquiera considerada.
Bien, en Manizales, Batuta, en alguna medida está promoviendo ese cambio y está llamada, de dársele todo el apoyo que requiere, a profundizarlo. Más de quince mil niños de Manizales han pasado por la experiencia de Batuta. Pueden ser muchísimos más si a este tema se le mira como un factor de cambio en la propuesta educativa de la ciudad; si esta oportunidad le llega, ojalá, a todas sus niñas y niños. Hagámosle caso a Sir Ken Robinson; a Batuta y a Olga del Socorro Serna. Este monumental esfuerzo de Batuta en estos veinticinco años va más allá de ser un gesto de simple sensibilidad hacia la música, que por ser de común aceptación no es discutido. Es un enfoque que contribuye al mejoramiento de la comunidad, por demasiadas razones; al desarrollo de valores y competencias fundamentales en el ser humano y en la idea que he querido resaltar de que con esta disciplina se contribuye en forma muy positiva a desarrollar conexiones neuronales que potencian la capacidad de aprendizaje, vale decir, de poder desempeñarse de mejor forma en los procesos escolares.
Estos 25 años de Batuta deben aprovecharse como una oportunidad de dar una nueva mirada a este muy significativo esfuerzo de la ciudad, en la óptica de su capacidad de impactar el rendimiento escolar y con ello contribuir al anhelo colectivo de que Manizales sea la ciudad que mejor educa a sus niños y jóvenes. Si esta visión es compartida por muchos podrá llegar a convertirse en política pública y en parte esencial del proyecto de ciudad.
De todas maneras estos 25 años merecen una felicitación muy efusiva a quienes los han hecho posibles, a su directora Olga del Socorro Serna; a la Fundación Luker; al Ministerio de Cultura; a la Gobernación de Caldas; a la Alcaldía de Manizales; a la Fundación Sura; a la Fundación Bolívar Davivienda; a la Chec Grupo EPM y a LA PATRIA; a los profesores; a todos los niños y jóvenes que le han respondido con amor y disciplina; y a todos los manizaleños que han entendido su misión y la han acompañado, con su ayuda y participación en sus conciertos.
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