Muchos se preguntan si el Aeropuerto del Café en Palestina (Caldas) será una realidad, la respuesta es sí. El presidente de la República estuvo ayer en Palestina, sábado 24 de octubre, para ratificar en nombre de la Nación su compromiso con el proyecto.
A pesar de los embates periódicos de reconocidos ciudadanos cuyos móviles no son en pro del desarrollo, como lo quieren hacer ver, sino personales, conclusión que se me antoja por lo amañada de su argumentación que, además de escamotear la verdad, recurre a viejos prejuicios que han sido desvirtuados muchas veces durante cuarenta años. Incluso uno de ellos se reunió recientemente, según aseveran concejales de Manizales, con gremios económicos del Departamento de Risaralda para azuzarlos contra Palestina.
Un argumento de desconocimiento o de “mala leche”, a mi juicio, que justamente por ello lo hace más peligroso e irresponsable es que Palestina es un simple calco, o un remedo burdo de La Nubia. Nuestro aeropuerto local mueve al año 230.000 pasajeros siempre y cuando sea en horas diurnas y las condiciones atmosféricas lo permitan.
Dos empresas internacionales, una francesa, la otra española, a partir de su experticia en asuntos de aeronavegación proyectaron la capacidad, en número de pasajeros, que debería atender el aeródromo de Palestina. Resultados coincidentes realizados por expertos de países y en tiempos distintos. Un millón de usuarios en un término inferior a diez años, dos en los siguientes diez, cifra que desvirtuó los quinientos mil usuarios que consideró el estudio de Teknidata, (firma que participó en el “Master Plan” del Ernesto Cortissoz en Barranquilla) con el cual se dio inicio a la tarea de proyectar la infraestructura del proyecto.
Para Findeter, el horizonte de un millón de pasajeros se debe alcanzar cinco años después de iniciada la operación aeroportuaria. Estos datos en sí mismos, además de la posibilidad desde el principio de vuelos internacionales, mientras desvirtúan la inconsciente o mal intencionada afirmación, ratifican sin lugar a dudas, la necesidad del proyecto.
Otros, en actitud de niño resabiado, quieren que desde ya se cuente con una pista larga, su capricho hace caso omiso de cuál podría ser el origen de los recursos y de la pertinencia de su solicitud. Más grave aún es que la primera etapa no requiere de una pista más extensa que los 1.460 metros proyectados, los análisis técnicos así lo demuestran. Se considera que esta primera etapa será suficiente para atender la demanda de pasajeros hasta el año 2033, así que, en el hipotético caso de contar con la financiación necesaria, construirla sería un error imperdonable.
Hay otro grupo, el de “los expertos”, que por arte de no sé qué tipo de conocimiento peroran sin sonrojo y aseveran que hay una obsolescencia en la concepción de la terminal de pasajeros del aeropuerto y, sencillamente desaprueban las directrices que han dado por ejemplo, los expertos internacionales y la Aeronáutica Civil.
Como resultado de todo este proceso, ingente por demás, la gerencia de Aerocafé ha continuado con la preparación de la licitación para que el Aeropuerto de Palestina pueda iniciar su construcción el año entrante, 2021 para ser exactos.
Pero sus enemigos siguen insistiendo en torpedear el proyecto. Por eso propongo, como es esencial en una democracia, que ya votada la suficiente ilustración, acatemos la decisión tomada por amplias mayorías, y si no tenemos una irrefutable “objeción de conciencia” que nos impida éticamente hacernos al costado, empujemos todos para el mismo lado, dejemos que el proyecto siga su rumbo y nos lucremos de los beneficios que conlleva contar con una infraestructura a todas luces necesaria para el desarrollo regional.
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