Con esta afirmación “personal”, el presidente Duque terció en la discusión generada por el proyecto de sentencia del magistrado Alejandro Linares que propone despenalizar el aborto en todos los casos, tras suprimir las tres causales que rigen en la actualidad. A renglón seguido, agregó el presidente que el país no está preparado para asimilar, de aprobarse por la Corte Constitucional, la propuesta que hoy por hoy yace sobre su mesa. Una de dos, o el presidente considera que lo que está en juego es en definitiva la legalización de una práctica que atenta contra la vida humana o que el país no tiene la madurez suficiente para entender el avance que ello significa. Ambas cosas son a mi juicio incompatibles, una dista diametralmente de la otra.
La ministra de Justicia para no torear el avispero propuso dejar las cosas como están, “cosa juzgada” fue su veredicto. Es como si todo aquello que corresponde al desarrollo humano no tuviera el derecho a otra oportunidad, es decir que lo ateniente al devenir de la sociedad necesariamente tiende a evolucionar, como la naturaleza, allí es justamente donde la historia se vuelve atractiva, dinámica, viva. Solo los dogmas de las iglesias permanecen inmutables.
Haciendo gala de su oportuno olfato político, el expresidente Uribe vio en este proyecto el papayazo perfecto para alinear a un importante segmento de los colombianos que “militan” en iglesias cristianas, en el partido conservador, también a los fundamentalistas de diversas tendencias y convocar un referendo en su favor y en el del partido que preside, que no es propiamente el de la defensa de la vida.
No importa que se sacrifique una vez más el derecho a decidir de las mujeres, que se arriesgue su vida y su proyecto también, lo que importa es mantener el usufructo del poder, a lo que cueste, así haya que mantener maleducada a la población acechándola con desinformación, noticias falsas, exacerbando sus culpas y sus miedos. De esto ya tenemos experiencia los colombianos cuando en el referendo del Sí y el No, el partido de gobierno manipuló con engaños la conciencia del país.
Extraña que en la república donde a los falsos positivos se les sigue negando la enorme carga que tienen de barbarie, donde a diario se registra el asesinato de líderes sociales escudados en parte en la virulenta estrategia de disociación que tenemos los colombianos, nos estemos distrayendo con una bandera “dizque” por la vida, haciendo caso omiso de la violencia que sacude las entrañas mismas de la nación.
Uno de los contratos sociales más importantes acaecidos en Colombia a favor justamente de la vida fue el acuerdo de paz firmado con las Farc, el presidente Duque al entender que no lo podía volver trizas como le reclamaba su partido, buscó un atajo para torpedearlo rebautizándolo con el “sobrenombre” de paz con legalidad, como si ambas cosas pudieran dividirse o no hicieran en esencia parte de una misma concepción.
En cuanto a la segunda afirmación del presidente, es importante aclarar que la humanidad ha logrado avanzar en lo político, en lo científico, en lo artístico, gracias a propuestas para las cuales “no se hallaba preparada”; estas han jugado el papel determinante de llevar la historia a estadios más cualificados, basta dar una mirada aunque sea somera para comprenderlo.
En la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla y después de un largo proceso de lucha por el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos, el primero de diciembre de 1957 las mujeres de Colombia contra viento y marea, se pudieron dirigir a las urnas, esto les abrió las puertas de las universidades, de las entidades privadas, de la participación en política, fue posible gracias a que se dio este primer paso que ha sido trascendental para Colombia y para el mundo, de lo contrario estaríamos posiblemente divagando en la misma y bizantina discusión.
Me parece llegado el momento de dar un paso al frente y aprobar el contenido de la propuesta de Alejandro Linares, porque son muchas las vidas que están en juego. Con la aprobación o no de la Corte Constitucional, o con los resultados si fueren positivos del hipotético referendo, los abortos en Colombia seguirán sucediendo como hasta ahora, en condiciones de precariedad extrema resultado de la pobreza que en todos los campos azota al país.
PD: Si la Corte decide dar marcha atrás, desafortunadamente las únicas que irán a la cárcel luego de practicarse un aborto serán las mujeres de estratos bajos, cualquiera sea la razón que las haya llevado a tomar tamaña responsabilidad, no me imagino una mujer de la alta sociedad, que puede acudir a una clínica privada aquí o en Miami para este procedimiento, expuesta a la justicia porque decidió cortar el proceso de embarazo.
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