El domingo 29 de marzo de este inolvidable 2020, el periódico El Tiempo publicó una columna de opinión, de amplia circulación en redes sociales: “Reflexión sobre el covid-19: La economía no son unos señores de sombrero que juegan a la bolsa”, de Luis Fernando Ángel M.; a raíz de los estragos a la economía que pudiera acarrear la pandemia que nos tienen en una cuarentena, de la cual no tenemos un guion que nos permita conocer su desenlace y, que de no tomar las medidas necesarias seguramente habrá de derivar en una tragedia de proporciones aún mayores a las que estamos empezando a vislumbrar.
Decidí opinar por este medio, porque escribir se ha convertido para mí en una muy buena manera de pensar, son muchas las preguntas y cuestionamientos que me surgen luego de leer el artículo varias veces, de la incertidumbre que producen decisiones políticas aparentemente improvisadas o irresponsables, en algunos casos, que insisten en abrir las puertas y sacarnos de este “encierro” y también de confrontarlo con opiniones que están decididamente en contravía.
Hay una especie de estribillo dentro del texto del señor Ángel, que se entona al final de cada uno de los párrafos que describen de manera sucinta y en riguroso orden, el horror de las pandemias que han azotado a la humanidad desde principios del siglo XX hasta el domingo 29: “El mundo ha seguido adelante”, especie de parte de tranquilidad para ambientar la propuesta, que habrá de presentar más adelante de acabar el confinamiento en la fecha originalmente prevista (13 de abril). No he oído al respecto en ninguna parte que la situación actual se haya asociado con el apocalipsis; todos somos conscientes que la civilización no habrá de naufragar, que el mundo seguirá adelante, más aun cuando hemos visto a los chinos de Wuhan retornar poco a poco a la vida cotidiana.
Gracias a los esfuerzos de la ciencia el Sida dejó de ser una sentencia de muerte; hoy es una enfermedad crónica donde la esperanza de vida es igual a la de cualquier mortal, salvo por supuesto, la de aquellos que no tienen acceso a la salud.
El exceso de información, las noticias falsas con las que algunos pretenden posicionar sus intereses o deleitarse enfermizamente haciendo daño, ocasionan que la salud se torne en extremo vulnerable porque se hace más sensible y delicada.
“La economía es el motor de la civilización”, luego de esta afirmación viene la siguiente pregunta “Si hoy por hoy tenemos 2,3 millones muriendo de hambre con la economía a full”, honestamente y luego de leer esta cifra me cuestiono si podemos afirmar sin preocupación que la economía está a full, ¿o de cuál civilización estamos hablando? Las conclusiones de esta reflexión buscan que una vez hagamos conciencia de la debacle económica que se nos puede venir encima sino tomemos las precauciones necesarias, salgamos de nuevo a las calles; desafortunadamente el articulista, o al menos eso es lo que entiendo, no plantea ninguna transformación estructural a pesar del dramatismo de las cifras que expone a lo largo de su escrito, es decir que a su juicio el mundo deberá seguir comportándose y rigiéndose por las mismas reglas.
Hay otras columnas de opinión, que en sus premoniciones aseguran que los fundamentos de la economía habrán de dar un giro para que no sean tan solo “unos señores de sombrero que juegan a la bolsa”, quienes seguirían acaparando el bienestar, sino que todo el esfuerzo económico se volcaría a resolver la situación de desesperanza e inequidad que nos tiene sumidos en la más grave de las crisis: la desigualdad.
Me pregunto finalmente sí no es muy arriesgado concluir, sin examinar antes otras posibilidades e hipótesis, que es necesario acabar con el confinamiento a mediados de abril como está previsto y no prolongarlo como lo reclama con la mejor de las intenciones el señor Ángel. Que el virus no sea del todo mortal, seguramente es cierto, pero su capacidad de propagación y su secuela de muerte sí lo son.
Pienso, cómo lo dice el señor Ángel, que debemos enfilar todas las baterías para solventar los servicios de salud, para apertrecharnos de los insumos necesarios en busca de monitorear regularmente a la población y atenderla de una manera digna es decir, profesional. Esta cuarentena y seguramente la próximas están previstas para ganar tiempo, para asegurarse de que la economía no se paralice y se causen más estragos de los que podamos controlar.
Cuando escribía este artículo, el presidente Duque amplió la cuarentena.
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