En medio de una carrera electoral como la actual, donde la realidad que exponen tantísimos candidatos locales que aspiran al Congreso de la República en Caldas, no permite más que arrinconarnos en el pesimismo, queda aún el aliento de persistir en el llamado al espíritu cívico de la región para la acción, en este caso, para que prestemos la suficiente atención a una elección que para Caldas será fundamental y no admite ligerezas. Se avecina una elección para determinar quién ocupará por los próximos cuatros años la rectoría de la Universidad de Caldas, proceso que no puede reposar en la misma pobreza intelectual y moral que hoy inunda las elecciones al Congreso en el plano regional, donde lo absurdo e increíble ya es cotidiano.
Aproximándose a los 80 años de su fundación, la Universidad de Caldas, con sus más de 15 mil estudiantes provenientes de todos los puntos cardinales de la geografía nacional e incluso del mundo, es un auténtico monumento vivo del saber. Las estadísticas del aporte de la Universidad al país son impresionantes: su oferta académica la componen 69 posgrados (30 pregrados profesionales, 11 tecnologías y 5 programas técnicos profesionales) y durante los últimos 10 años, ha logrado 17 patentes y actualmente se encuentran en trámite 10 patentes más, lo que la consolida como una de las universidades más importantes del centro-occidente colombiano, siendo referencia para muchas universidades públicas del país.
Una de las deudas de Colombia con su territorio, una de muchas, ha estado marcado por el desprecio con el cual como sociedad nos hemos relacionado con el Río Magdalena, esta arteria fundamental de la vida económica y social que a pesar de su importancia, ha padecido un descuido estatal que no se equipara a las riquezas que de sus entrañas el país ha extraído en los últimos 150 años. En esta narrativa de olvidos y desidias, la Universidad jugará un papel fundamental en la reivindicación del país con los ribereños, surgirá de la academia y su vitalidad una respuesta a una demanda de miles de ciudadanos de los 6 departamentos cuyas fronteras confluyen en el Magdalena Medio; con la que será su sede en la Dorada, cuya inversión supera los 20 mil millones de pesos. El futuro inmediato de la Universidad estará ligado al desarrollo humano y económico de una región estratégica del país, que ha sido constantemente golpeada por todas las inconsistencias que sean posibles registrársenos como sociedad.
Con un pasado cuyas páginas registran importantes gestas sociales, con un presente que nos llena de orgullo a los caldenses por los aportes a la ciencia y la formación de miles de ciudadanos con estándares de alta calidad, y un futuro de expansión con formidables retos, como ser oferentes de oportunidades en lugares de la geografía donde antes no las había en materia educativa, la Universidad de Caldas afronta el reto de elegir nuevamente quien asuma las riendas de este centro de educación superior. Con un presupuesto aprobado de 216 mil millones de pesos y la importancia que tiene para la región, esta elección puede ser tan o más importante que la elección de cualquiera de los cinco próximos representantes a la Cámara que se disputan una curul en el departamento. Aquí, en esta otra elección, no se puede improvisar.
El vecino Tolima apenas se encuentra superando, después de muchos años, la crisis a la que fue expuesta la Universidad del Tolima por los más voraces apetitos clientelistas de un actuar político que encontró en esta universidad un fortín burocrático. La experiencia tortuosa vivida por la educación pública de los tolimenses y habitantes del centro sur del país, son golpes a los cimientos de desarrollo humano y económico de una región que no puede encontrar su espejo en Caldas. Los electores de la próxima rectoría de la Universidad de Caldas deberán ser recelosos con la agenda política que pueden querer imponerle, están llamados elegir con los más altos criterios de idoneidad académica y administrativa a candidatos cuyas hojas de vida mínimamente registren experiencia doctoral. Esta elección requiere también la vigilante mirada de todos los caldenses que vemos en la Universidad de Caldas una indispensable fortaleza intelectual y de desarrollo social del territorio.
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