Sabía usted que en Colombia, entre el 2008 y 2015, se han sancionado dos grandes leyes para avanzar en la erradicación y penalización de diferentes formas de violencia contra las mujeres. Pero, ¿por qué deben crearse estas leyes? ¿No será porque somos un país, una justicia y unas instituciones patriarcales, machistas y misóginas, donde la vida de las mujeres no importa?
La Ley es la 1257 del 2008; declara que objeto es la adopción de normas que permitan garantizar una vida libre de violencia a las mujeres, tanto, en el ámbito público, como, en el privado. Define que violencia contra la mujer es cualquier acción u omisión que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado.
La Ley 1761 del 2015; tipifica el feminicidio como un delito autónomo, para garantizar la investigación y sanción de las violencias contra las mujeres que terminan con sus vidas, por motivos de género y discriminación. Define que hay feminicidio cuando se causa la muerte a una mujer, por su condición de mujer o por motivos de su identidad de género, o en donde haya antecedido cualquiera de las siguientes circunstancias, a) tener o haber tenido una relación familiar, íntima, de convivencia laboral o de compañerismo con la víctima, y ser perpetrador de un ciclo de violencia física, sexual, psicológica o patrimonial que antecedió el crimen. b) ejercer sobre el cuerpo y la vida de la mujer actos de instrumentalización de género, sexual, o acciones de opresión y dominio sobre sus decisiones vitales y sexualidad c) cometer el delito en aprovechamiento de las relaciones de poder ejercidas sobre la mujer, d) cometer el delito para generar terror o humillación a la víctima. e) que existan antecedentes o indicios de cualquier tipo de violencia o amenaza, independientemente de que el hecho haya sido denunciado o no, y f) que la víctima haya sido incomunicada o privada de su locomoción.
¿Y entonces, qué pasa?, ¿por qué en 90 días han ocurrido 105 feminicidios en Colombia, y cada vez son más las mujeres descuartizadas y abandonadas en bolsas de basura por sus parejas, amigos o familiares, varones; ¿por qué un abogado sale a decir que su defendido, tras haber desaparecido, violado y matado a mujer, y luego de abandonar su cuerpo en un río, no quería hacerle daño por su condición de mujer?, tal como ocurrió en el caso de Daniela Quiñónez, en Marmato, Caldas. ¿Por qué recurrentemente muchos fiscales prefieren tipificar homicidio agravado, y no feminicidio, aduciendo que es muy difícil probar la violencia de género? ¿Por qué siguen titulando noticias “trágico crimen pasional”?
Esto se debe a que, la violencia de género contra las mujeres es un problema estructural, no coyuntural, y las leyes por sí solas no pueden resolverlo si no se generan cambios, condiciones y garantías estructurales efectivas. Estas violencias siempre han estado presentes en nuestra sociedad, para la OMS son una pandemia silenciada. Se producen psicológica, emocional, verbal, física, sexual y económicamente como consecuencia de elementos de la cultura y la organización social, utilizados para impedir la satisfacción de necesidades y mantenerlas en condiciones de subordinación y exclusión. Son ejercidas bajo la construcción de los roles de género y estereotipos sexuales, incluso, desde antes del nacimiento, y luego, en la socialización, la educación escolar, las religiones, las instituciones del Estado y los medios de comunicación y redes sociales. Su objetivo es la cosificación y el control absoluto de la forma de ser y de relacionarse de las mujeres. Generar mecanismos de “dueñidad” sobre el cuerpo, deseo, sexualidad, locomoción y economía de la mujer; legitimados y reproducidos culturalmente bajo discursos y prácticas cotidianas que alientan a los varones a disponer de los cuerpos y vidas de las mujeres, y a depositar descaradamente, la culpa de sus crímenes en las víctimas, al decir que, ellas los provocaron al llevar minifalda y escote, o al estar solas en lugares que no les correspondían.
Pueden crearse mil leyes más y la masacre no parará hasta que no transformemos las relaciones de poder y los códigos sobre los que se sostienen.
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