Los recientes sucesos de violencia de género impulsados por algunos “líderes” sociales y políticos de corte conservador en contra de la doctora Matilda González, nombrada como secretaria de asuntos de género en Manizales, sirven para cuestionar lo que usualmente pensamos, decimos y aceptamos como “cierto” sobre la vida en la ciudad, porque como dicen los abuelos “de eso tan bueno, no dan tanto”, y en una ciudad que se autodenomina “el mejor vividero de Colombia” donde todo quiere hacerse notar como “perfecto” cabe sospechar que los niveles de violencia, desigualdad y exclusión son más altos de lo que se reconoce.
¿Cuántos de nosotros hemos sacado pecho para decir? “Manizales es la ciudad de las puertas abiertas”, pero, el caso de persecución para promover la destitución de la doctora Matilda por su identidad sexual y de género debe ayudarnos a cuestionar ¿abiertas para quiénes? Parece ser que por esas puertas solo pueden entrar aquellos y aquellas que cumplan cabalmente con los estereotipos establecidos por las élites conservadoras de corte patriarcal, que pretenden dominar los destinos de la ciudad escudándose y en la fe católica como bastión inequívoco de las “buenas costumbres” y de la “moral familiar y pública”, determinando, como si fueran jueces, y a su estrecha imagen y semejanza, cuáles cuerpos, emociones y pensamientos son buenos y normales, y cuáles hay que ocultar, eliminar o desterrar, porque van en contra de lo que su visión de la vida asume como “natural”. Por supuesto, una mujer transexual no cabe dentro de tales moldes, porque supuestamente ofende y pone en riesgo la estabilidad y credibilidad de un sistema social sustentado en la imagen del varón-macho que provee, manda y corrige.
Ahora bien, para que sigamos reflexionando sobre nuestra doble moral. En julio de 2019, la ciudad fue noticia nacional e internacional por recibir de la ONU un importante reconocimiento que la distingue por promover un aprendizaje “incluyente” en todos su niveles; una ciudad que, según dicho galardón, muestra “elevados” niveles de desarrollo y empoderamiento económico, cultural, medioambiental y social. Pero, es un secreto a voces que los niveles de discriminación y violencia contra las personas que asumen identidades sexuales diversas en esta ciudad son elevados. Muchos sabemos que trabajo para ellos y ellas no hay; que aun cuando la ciudad ha sido reconocida varias veces por la Red de Ciudades Cómo Vamos, como una de las que presenta los mejores niveles de calidad de vida del país, las personas transexuales padecen brechas gigantescas, especialmente si provienen de familias pobres, porque las únicas opciones laborales posibles, y además escasas y mal pagas, son los oficios como el arreglo de uñas y el corte de cabello; conocemos, aunque tratemos de negarlo, que en su mayoría, acorralados por la pobreza y la falta de oportunidades, se ven obligados a ejercer la prostitución como única fuente de ingresos, o que, aquellos que logran cualificarse profesionalmente pocas veces pueden desempeñarse en su campo sin padecer violencias.
En esta, la ciudad más educada y con altos niveles de inclusión y desarrollo, las personas transexuales y todos aquellos que no encajen en las etiqueta varón y mujer deben lidiar con las miradas y comentarios discriminadores y soportar la violencia institucional de gobiernos locales que interactúan con ellos a través de programas que no toman en cuenta sus realidades y capacidades, al diseñar proyectos asistencialistas que refuerzan estereotipos de discriminación y que cuentan con escasos presupuestos para su ejecución. Históricamente Manizales ha tratado a las personas transexuales como ciudadanos de tercera categoría, por ello, a muchos y muchas les cuesta aceptar que una mujer transexual sea secretaria de despacho, que tenga poder político para tomar decisiones y administrar recursos públicos, pero les parece normal que en el Concejo de la ciudad solo haya una mujer y que solo una mujer haya sido alcaldesa.
Finalmente, este caso debe prender las alarmas y activar el trabajo de la Secretaría de Asuntos de Género de la ciudad, las Universidades y las organizaciones como Armario Abierto, Subversión Marica, Red de Mujeres de Caldas, Plataforma Feminista de Caldas y otras que vienen haciendo un trabajo importante en asuntos de género y diversidades sexuales. Especialmente es urgente generar procesos de formación para los funcionarios públicos, porque es lamentable y vergonzoso que haya concejales aduciendo como argumento que la doctora González no puede ejercer el cargo porque es un hombre. La ignorancia y el fanatismo ideológico generan violencia, pero con el liderazgo de una gran mujer como ella, tendremos 4 años para aprender y mejorar. ¡Bienvenida!
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