Genera confusión la situación que vive América Latina, cuando sus habitantes se vuelcan a las calles en turbas enardecidas, protestando por las medidas económicas implantadas por sus gobernantes, las condiciones sociales de las franjas poblacionales afectadas por sus bajos ingresos, como también la influencia de tendencias geopolíticas inmiscuidas en los gobiernos. Coinciden estas perturbaciones con el éxodo de pueblos en Honduras, Nicaragua, Guatemala y Venezuela; es un fenómeno migratorio que repercute en la estabilidad de los países vecinos e igual, cuando sirven de tránsito hacia otras regiones. La estela de crisis humanitaria dejada a su paso por los países latinoamericanos, empieza a aparecer en Miami, en España y despierta algunas inquietudes al conocerse por los medios de comunicación, a sujetos de origen venezolano participando activamente en las refriegas y hechos vandálicos ocurridos en Perú, Chile, Ecuador y Colombia. Se confirman estos acontecimientos con las declaraciones de Diosdado Cabello, siniestro personaje que ha manejado la guerra sucia librada en Venezuela con su pueblo y con los países de América Latina, al declarar que lo ocurrido en estos países perturbados por el éxodo de venezolanos es el inicio de la Revolución Bolivariana Castrochavista, dando a entender que es una invasión mimetizada como pacífica, con un futuro de repercusiones mayúsculas.
En contraste, vemos grupos de caminantes regados a la vera de las carreteras, debajo de los puentes, a la sombra de los árboles, en los semáforos, instalados en los parques en cambuches. Niños, ancianos, mujeres y hombres de todas las edades, con sed, hambre, sin abrigo ni techo, muchos sin trabajo, vagando a la deriva sin patria, sin refugio y otros, sin meta ni destino, con menos suerte que sus connacionales ocupados en distintas labores y trabajos. Los gobiernos del corredor del éxodo venezolano tratan de cumplir con las obligaciones de esta crisis humanitaria y atienden los 4,5 millones de hermanos expulsados de Venezuela, por la situación que vive ese país. La cifra crece de manera exponencial y tiende a generar conflictos internos y externos.
A esto se le suma el sorpresivo nombramiento de Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un espaldarazo a la bellaquería, tiranía y déspota manipulación del poder del dictador Maduro, quien pisotea con su violencia y maltrato la dignidad del pueblo venezolano. Ahora sí pusieron al ratón a cuidar el queso. Quedamos perplejos, o de pronto se despejan las dudas y sospechas de la inoperancia de esos organismos multilaterales. ¿Cómo es posible que la ONU premie la dictadura Castrochavista por sus vejámenes, homicidios y torturas, haciendo miembro del Consejo encargado de velar por el respeto y no violación de los Derechos Humanos en el mundo, a un funcionario del régimen? ¡Increíble!
No sirvieron para nada la visita, las entrevistas y el informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU Michelle Bachelet, quien denunció 6.900 muertes a manos de las fuerzas del régimen Maduro, registradas en los últimos 18 meses y consideradas extrajudiciales, sin contar la población expulsada que muere en el camino víctima de la xenofobia o por enfermedades propias de una comunidad vulnerable, buscando servicio asistencial en países donde la atención en salud, es un caos. Entonces, en manos de quién estamos, cuando el organismo encargado de impartir orden no tiene eco, pues sus actuaciones terminan en simples y protocolarias recomendaciones. Preocupa ver a nuestra América Latina cada vez más convulsionada y violenta.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015