Manizales se ha preciado de tener una calidad de agua inmejorable. Durante años, nuestros antepasados desafiando las agrestes montañas y una topografía arisca difícil para la distribución del líquido vital, con esmero han conservado las cuencas hídricas y construido las plantas de tratamiento, para distribuir una compleja red de acueducto y alcantarillado.
Gabriel Jaramillo A. y Conrado Gómez Gómez, visionarios e ilustres ciudadanos iniciaron la quijotesca labor de reforestar las tierras altas de las cuencas de los ríos por donde corría el agua para la ciudad. Gómez Gómez llamado el “Papá de los Árboles,” prestó sus servicios profesionales en las antiguas Empresas Públicas de Manizales y programó la conservación de la Reserva de Rioblanco, como despensa forestal amortiguadora y productora del líquido precioso, siendo hoy un privilegiado territorio donde llegan y habitan variadas especies de aves, avistadas por expertos de muchos lugares del mundo.
Estábamos en mora de hacer un homenaje a las personas que han contribuido en la implementación de labores para dotar a Manizales de la mejor agua del país. Días atrás descubrieron una escultura de dos fontaneros accionando una válvula del sistema del acueducto municipal. Aparte de la concepción artística o de su ubicación, a lo cual no me voy a referir porque reconozco no ser un experto en el tema, sí quiero exaltar a las personas que tuvieron la idea y la cristalizaron, en especial al ingeniero Alejandro Estrada Carmona y al señor alcalde Octavio Cardona León, quien apoyó el proyecto. De esta manera la ciudad le rinde reconocimiento y gratitud a quienes han hecho posible la excelencia de nuestra empresa de aguas y de manera silenciosa trabajan y hacen posible la llegada a nuestros hogares del fluido vital. A los directivos, técnicos, obreros, empleados administrativos, guardabosques e integrantes de ese gran colectivo del acueducto. Todos deben verse reflejados en esa bella escultura que simboliza la fuerza, el tesón, la lucha, la dedicación, el trabajo en equipo, el servicio con prontitud y la tecnología en provecho de la comunidad.
Álvaro Londoño Villegas, el escultor quien creó la obra, utilizó una antigua válvula ubicada por muchos años en el Parque del Cable, accionada por dos fontaneros cumpliendo su función; en su entorno brota el agua de manera mágica con suficiente mérito, conociendo las dificultades existentes en nuestra ciudad para transportar el preciado líquido.
Además de ser una obra de arte, los manizaleños debemos apropiarnos de esta escultura como símbolo de lo que somos capaces de hacer y mantener, para recordar a aquellos visionarios quienes soñaron una ciudad, en la cual hoy se vive con unos estándares de alta calidad en servicios domiciliarios. Debe ser referente también, para concientizar a la comunidad acerca de la dificultad en la producción, purificación, distribución y suministro de nuestra agua.
No sobra compararnos con la Guajira, Santa Marta, Quibdó, Tunja, Valledupar y muchas poblaciones más que agonizan sedientas, mientras nosotros con los emblemáticos fontaneros de La Paralela con Calle 52, seguimos disfrutando con abundancia de la mejor agua del planeta.
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