La pandemia del covid-19 no solo ha desencadenado una crisis en la salud de la humanidad, sino que ha originado problemas sociales y económicos en la aldea global. Surge controversia por las medidas cuarentenarias para buscar el aislamiento de la población sana a eventuales focos de contaminación, con el fin de no detener la dinámica del sistema productivo y de servicios. El gran dilema es encontrar el equilibrio entre ambas medidas, la vida prima por encima de cualquier situación, pero aducen los expertos que una economía resentida por la parálisis, afecta directamente el bienestar de la sociedad.
La incertidumbre sobre la duración y alcance de esta pandemia, no permite cálculos y medidas precisas para tomar determinaciones y solucionar los problemas que a diario van surgiendo. Hasta ahora, juegan con las curvas de infestación para calcular la capacidad del sistema asistencial y hospitalario en materia de salud; pero lo referente al sector financiero, económico y productivo ¿hasta cuándo están dispuestos a aguantar? En medio de la indisciplina de la comunidad para guardar las medidas cuarentenarias, los ciudadanos han mostrado un buen comportamiento hasta tanto no los priven de empleo o ingresos, servicios públicos domiciliarios, de recursos para atender los requerimientos alimentarios y lo básico de necesidades, pero esta situación tiene topes y lo incierto es conocer hasta cuándo estaremos en capacidad de sostenerla. Porque la fase siguiente es la desobediencia civil, acompañada de actos vandálicos, violencia y asonadas. No es fácil en estas condiciones acertar; del buen juicio y una asesoría de expertos, los mandatarios encargados de decidir la ruta, deben tomar las medidas sin revanchismos políticos, ni buscar conveniencias de grupos en particular. El talante de un gobernante en estos episodios coyunturales, es brindar credibilidad y seguridad en las decisiones tomadas y la ciudadanía acatar y rodear las medidas que conlleven al beneficio colectivo.
En estos momentos de crisis, valoramos los actores principales en este panorama incierto; el cuerpo médico con todos sus componentes, enfermeras, auxiliares, personal de laboratorio, camilleros y equipo de ambulancias, quienes con una labor abnegada y de sacrificio, colocan toda su voluntad para atender un servicio muchas veces carente de recursos. Otro actor fundamental es el campesino, sin el cual la seguridad alimentaria estaría en riesgo; el sector rural enriquece los productos de la canasta familiar y las materias primas para alimentos procesados, representa la sostenibilidad de la comunidad.
El transporte en general, incluidos los servicios de mensajería, ha jugado un papel determinante al convertirse en el puente entre quien ofrece o suministra un servicio y aquel confinado que lo recibe. No escapa a la adversidad del momento, la especulación y oportunismo de inescrupulosos que aprovechan la crítica circunstancia, para abusar con los precios del servicio prestado.
Ojalá la normalidad llegue para no entrar en situaciones críticas que rompan las cadenas de la economía. Por encima de todo debe restablecerse la salud y el empleador debe contar con garantías para poder ofrecer empleo justo y estable; el empleado con su salario, asegura el pago de sus deudas, manutención, arriendo y servicios públicos, logrando así la ruta de la moderación. Sin embargo, se cuenta con un alto índice de población en la informalidad, desbordando las cifras de riesgo en la actual coyuntura, los cuales deben ser atendidos en esta emergencia social. Recordemos que son hombres y mujeres que en el rebusque, centran sus ínfimos ingresos de subsistencia y ahora sometidos a la cuarentena, han sido marginados de sus naturales puestos de trabajo, los parques y la calle.
Vienen días de reflexión; esta pandemia cambió los valores de la humanidad, requiriendo una recomposición de la sociedad. El poder fue confrontado por la muerte, la salud reclamó su posición de importancia desconociendo el marco de la geopolítica, desenmascaró el liderazgo y también, la incapacidad de quienes gobiernan este universo minúsculo. Guardemos nuestro cuerpo y fortalezcamos nuestro espíritu.
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