Soplan vientos integracionistas en el Eje Cafetero. Estas regiones agrupadas por la conformación en 1905 como ente departamental, pujante territorio sembrado de café y nutrido por violencia partidista, funcionó 61 años. Diferencias entre Liberales y Conservadores desintegraron esta zona geográfica con una misma identidad cultural, religiosa y económica, con pobladores de una misma raza y con pujanza reconocida en el resto del país. Caldas, Quindío y Risaralda después de 53 años, han entendido la importancia de volver a sus inicios y han recurrido a una figura de Planeación denominada RAP (Región Administrativa de Planeación) para lograr objetivos y proyectos comunes, tener eco en las oficinas de Planeación Nacional y en las distintas carteras ministeriales.
Infraestructura, educación, plataformas logísticas, desarrollo turístico, seguridad, medio ambiente, deporte, cultura y conservación del patrimonio arquitectónico, son algunos de los frentes a repensar de manera conjunta, donde los Planes de Desarrollo y de Ordenamiento Territorial, incluyan todos los actores y sus municipios, para buscar la armonización estratégica con propósitos particulares pero con proyección general.
El primer resultado de este ejercicio es la designación del Eje Cafetero como sede de los Juegos Nacionales y Paranacionales a celebrarse en el año 2023. Nuestro reconocimiento al Gobierno Nacional, pero también una alerta por el compromiso asumido por las autoridades regionales, la dirigencia política, los gremios, los medios de comunicación y las organizaciones deportivas; se requiere exigir el acompañamiento organizacional técnico y financiero del Estado en esta seria responsabilidad, para que no descarguen las obligaciones presupuestales en los entes territoriales. De igual manera, es la oportunidad de dejar una infraestructura de escenarios deportivos nuevos y remodelados como lo merece la región donde se llevarán a cabo las justas. Es evidente dentro del balance de un evento de estas características, encontrar réditos en el sector hotelero, restaurantes y cafeterías, transporte, operadores logísticos y todo el equipamiento turístico, incluido el certamen como nódulo vendedor de las regiones utilizadas para el encuentro deportivo, pero el verdadero resultado o balance a favor, es la infraestructura que dejan los juegos, canchas y pistas nuevas, camerinos, baterías sanitarias, graderías, escenarios iluminados, infraestructura arquitectónica para deportistas y público discapacitado, instalaciones para escuelas de alto rendimiento; recordemos que el Eje Cafetero tiene una población universitaria cercana a los 120.000 estudiantes, quienes se beneficiarán con estos complejos deportivos para desarrollar sus aptitudes físicas y prepararse a las confrontaciones en el plano local, nacional e internacional.
También, sería conveniente impulsar la participación de ciudades intermedias en las sedes, aprovechando la conurbación en torno a la Autopista de Café y no centrar la programación exclusivamente a las capitales.
Hace algunos días, en este mismo medio el columnista Mauricio Vega Lemus hizo una interesante reflexión, donde identificaba los deportistas del Eje que ostentan distinciones en competencias de diferentes disciplinas. Demuestra con ello la cantera de nuestra región, espontánea y formada casi a pulso, pues los escenarios no evidencian comodidad y tecnología. 
Componente humano para representarnos en unos Juegos Nacionales lo hay, pero debemos prepararlos y para esa meta, se deben fijar objetivos generales desde ahora. Esta es una oportunidad que no vuelve a repetirse y se debe aprovechar; no permitamos un tratamiento timorato con los intereses de los Juegos Nacionales del Eje Cafetero.
Soñemos con la integración a través del deporte donde la competencia es sana; estos jóvenes serán el ejemplo a seguir, para concertar y conciliar las diferencias que surjan en estos pueblos y sus dirigentes. Cuando ayer motivos insalvables los desunieron, hoy vuelven iluminados por el poeta Luis Carlos González con su emblemático símbolo de la Mariposa Verde, a inspirarnos en unos mismos sueños con propósitos y anhelos comunes, con el convencimiento de asumir un reto para ofrecer hospitalidad al contingente deportivo nacional que asista a la cita y aprovechar la ocasión para proyectar la imagen de esta tierra pródiga y poblada por gente de bien.