Después de sufrir Colombia la crisis originada por la pandemia de covid 19, vienen otros factores que afectaron el comercio exterior del país, como la escasez de contenedores, la guerra de Rusia contra Ucrania por la disminución en el suministro de fertilizantes, el desabastecimiento y sobrecostos en los abonos utilizados en agricultura de alta y mediana tecnología.
Sectores como el cafetero, cañicultor, papicultor, citricultor y aguacatero; cacaotero y arrocero, la zona bananera de Urabá y el Magdalena, el floricultor, palma africana, pastos y forrajes utilizados en la ganadería extensiva, demandan un número incalculable de toneladas, de acuerdo a la clasificación agrológica donde se explotan estas plantaciones. El 36% de los agroquímicos importados vienen de Rusia y Bielorrusia; el conflicto bélico ha alterado la comercialización de estos productos, eso sin contar la repercusión que ha tenido con el alza del dólar, haciendo inalcanzable la adquisición de estos insumos.
Por ejemplo, en el cultivo de la papa, el 50% de los costos de producción son invertidos en agroquímicos. Según estimativos de Fedepapa, producir una hectárea del tubérculo está costando 35 millones de pesos, cuando antes de la pandemia tenía un costo de 22 millones. Un producto básico para el suministro de nitrógeno a estos cultivos es la úrea de 46% y en los dos últimos años, se cuadruplicó el valor por bulto. Los principales fertilizantes para garantizar una agricultura productiva son Nitrógeno, Fósforo y Potasio. El Estado debe garantizar el suministro oportuno de estos elementos a precio de sustentación o en el mejor de los casos, subsidiarlos para evitar la afectación de la economía agrícola.
En el caso de la úrea podemos preguntar, por qué Colombia no es productor de esta fuente de nitrógeno, cuando los elementos requeridos para su obtención, los tiene el país. Por el lado del fósforo y el potasio, los registros de producción no arrojan inventarios para garantizar la producción de fertilizantes y así cubrir la demanda nacional. Vale la pena indagar la razón por la cual, no se ha incursionado en estas investigaciones
En este caso los más afectados son los agricultores de alta y mediana tecnología, quienes trasladan los sobrecostos al producto cosechado, teniendo directa incidencia en el consumidor final y en la canasta familiar. Desde el punto de vista agronómico, el manejo de las tierras va a sufrir un severo retroceso, pasando cuenta de cobro en futuras cosechas y en la recuperación de fincas las cuales para su producción con anterioridad, han estado sometidas a prácticas de fertilización permanente. Adicional al precio de los abonos, está la ola invernal con incidencia directa sobre los costos del transporte, por el deterioro de las vías y carreteras terciarias. Por otra parte, las altas precipitaciones no ofrecen condiciones agronómicas para aplicar abonos costosos, porque van a terminar arrastrados por las aguas de escorrentía.
Y la reflexión final es la suerte del pequeño agricultor; de aquel quien araña a la tierra, la esperanza y un fruto para su familia; aquel que a pesar del infortunio, se niega a abandonar su parcela por carecer de otra alternativa y donde los precios de los insumos no le interesan, porque no los utiliza. Su agricultura es de pancoger y subsistencia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015