La reactivación económica solicitada por el mundo exige correlaciones entre países. La riqueza y los altos índices de productividad, robustos inventarios en materias primas, agroalimentos, insumos y desarrollo en paquetes de tecnología para aumentar el suficiente abastecimiento, son retos en los cuales comprometemos la atención de Colombia, para planificar la próxima década de acuerdo a la tendencia comercial de algunas regiones, las cuales observan con detenimiento, cómo podemos participar en la solución de las necesidades alimentarias exigidas por sus connacionales.
El continente asiático, de acuerdo a estudios elaborados por firmas de inversión de reconocida prestancia, calcula un incremento poblacional de 250 millones de personas para la década 2020-2030 en China, Japón, Corea, India y el sureste asiático. Este aumento duplicará el gasto total en alimentos durante el mismo período, pasando de $4 billones de dólares en 2019, a más de $8 billones de dólares para el 2030. En la actualidad, en esta región, 486 millones de personas padecen de desnutrición y piden mejores condiciones alimentarias.
Si comparamos los países con mayores potenciales para generar alimentos en el mundo, encontramos a EEUU y Brasil; este último gran proveedor de China y Japón con $65.000 millones de dólares exportados en 2019 para el primero y $5.500 millones de dólares para el país nipón. La brecha a ocupar es el sector rural productivo, donde Colombia necesita depositar su atención, enviando equipos con formación especializada e iniciar la investigación, estudio y acercamiento adecuado. Corresponde a la Cancillería escoger personal competente, para un proyecto a diez años en una primera etapa, y consolidar para un futuro un nicho de mercado con beneficios en los sectores comerciales, agropecuarios y productivos.
Es la oportunidad para reivindicar el campo, brindarle a la ruralidad la participación recibida por cafeteros y floricultores en las utilidades del sector exportador. Las facultades de Ciencias relacionadas con el sector productivo del campo tienen como propósito formar profesionales con énfasis en generar especies y variedades, para competir en los mercados extranjeros. Hay una reciente experiencia con el aguacate, cuyo fruto comienza a abrirse paso en los mercados internacionales.
Las políticas agrarias, pecuarias y forestales han de responder a las necesidades de los mercados internos y externos. De nada sirve producir de mala calidad, a precios no competitivos; importar productos que se cultivan en suelo nacional desestimulando al campesino o no cumplir con los requisitos sanitarios de los países compradores y muchas otras de la agenda perversa de algunos gobiernos de turno.
El presidente Duque acaba de firmar un acuerdo comercial con Singapur, en el cual se abre la posibilidad de vender café, frutas, alimentos frescos y procesados. Es la puerta al futuro mercado del oriente; el propósito es convertirnos en referente, para ser reconocidos en la región por la calidad de nuestros productos y la seriedad en las transacciones comerciales.
Colombia tiene como incentivar el campo en la búsqueda del valor agregado del producto de exportación, adicionalmente a los tradicionales de pancoger. Esta puede ser una de las formas de cambiar el destino de nuestros campesinos. Exploremos nuestras fértiles tierras, la vocación de nuestros labriegos, el clima del trópico, la ventaja de los pisos térmicos y tomemos las mejores alternativas. Además, si llegan dólares a cambio de sus productos, es una gran opción.
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