La vacuna adecuada o un medicamento específico para combatir el coronavirus, son las soluciones esperadas para salir de esta pandemia. Pero la recuperación económica requiere medidas y decisiones estructurales, para buscar la ruta e indicadores en los países con sus ingresos desestabilizados, al atender la crisis hospitalaria, social y el confinamiento, dejando de percibir el flujo regular de recursos por impuestos, tasas y contribuciones.
Lo que resta de este año es de normalización en materia económica, y para el año 2021 se buscará la recuperación. Cómo lograrlo después de un año de parálisis y caos en los sectores productivos, con tasas de desempleo del 23%, es un aspecto que se debe priorizar. Los expertos hablan sobre el efecto directo que tiene la implementación de planes de infraestructura pública y vivienda en la reactivación, donde $100 invertidos, representan $160 en actividad económica, por el encadenamiento productivo de sectores de la industria, el comercio y los servicios.
El área educativa debe revisar la programación de sus contenidos curriculares, orientados a atender una población estudiantil pos-pandemia, donde los métodos y expectativas pedagógicas tendrán un cambio sustancial. Nueva visión formativa y medidas del gobierno para incentivar la llegada de inversión extranjera, puede convertirse en un atractivo para nuestra mano de obra capacitada, en un mundo que reclama un perfil de empleados diferentes y acordes con la nueva demanda global.
Como balance parcial, la deuda alcanzará el 60% del PIB, como consecuencia del exceso y desbordado gasto. A futuro genera una condición crítica, pero por ahora, es imposible detenerla, porque el Estado debe asumir un mayor endeudamiento para atender frentes en la salud y lo social. La deuda deberá cancelarse, y si la economía no crece viene lo complicado. Por eso se empieza hablar de una Reforma Tributaria, de la eliminación de subsidios, exenciones y de ampliar la base gravable del IVA; incluso buscan la viabilidad de aplicar una tarifa única más baja, del impuesto al consumo a todos los artículos y servicios, incremento en las tasas, optimizar el gasto, ampliar el universo de contribuyentes y vender activos productivos donde el Estado tenga participación. Se busca el cronograma adecuado para conocer con claridad las reales cifras de la actual crisis. Recordemos que el sector productivo quedó maltrecho y con una evidente debilidad, para recibir una carga fiscal en período de recuperación o convalecencia.
El Banco de la República y la banca deben velar por mantener la liquidez en la economía y ojalá, insistir en la rebaja de tasas de interés, de intervención y supervisar la promoción en créditos de consumo y productivos.
Fallas de todo orden han imposibilitado un sistema en el mercado exportador diversificado, por eso durante muchos años hemos dependido del café, petróleo y carbón, como elementos representativos en nuestra balanza de pagos, a pesar de contar con la agrología adecuada para exportaciones agrícola y contar con mano de obra suficiente; no le damos importancia a este generador de divisas, impulsando la agroindustria que dé valor agregado. Colombia tiene una deuda histórica con el campo y sus habitantes, quienes dejaron de ser los productores de la economía campesina, sus agricultores y ganaderos, para convertirse en las víctimas de la violencia partidista.
Estamos en un año difícil y quedarán páginas amargas en nuestra historia; el próximo será de sacrificios y esfuerzos para recomponer la marcha. Hemos superado múltiples dificultades, el reto es de todos; aportemos nuestra parte, unos con fuerza laboral, otros con conocimientos; los líderes actuarán con equidad e inteligencia en la toma de decisiones. Los poseedores de los recursos físicos y financieros apoyarán a cuantos tengan creatividad y emprendimiento, y quienes tienen el don de conectarse con el Ser Supremo mediante la espiritualidad, pedirán por la salud de una humanidad asustada, temerosa e indefensa que clama desesperada por la misericordia de Dios.